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Por Publicado el: 20/04/2024Categorías: En vivo

Crítica: Rosa Torres-Pardo. Recordando a Alicia

 

Rosa Torres-Pardo, recordando a Alicia

Rosa Torres-Pardo (c) Elvira Megías

Rosa Torres-Pardo. Recordando a Alicia

Recital homenaje de Torres-Pardo a Alicia de Larrocha

Obras de Antonio Soler, Sonia Megías, Felix Mendelssohn, Federico Mompou y César Franck. Centro Nacional de Difusión Musical. Rosa Torres-Pardo, piano. Auditorio Nacional. Madrid, 18 de abril de 2024.

Barcelona y Madrid: reconforta saber que, en un Madrid inquieto por el alboroto indepe, uno puede asistir al homenaje a una artista barcelonesa con la misma convicción con la que podría pasear por la Gran Vía ataviado con la camiseta del Barça. A pesar del ruido y la furia, se ve que el hilo maravilloso del arte sigue bien tendido entre las dos ciudades. En el caso que nos ocupa, se trata de un ciclo de tres recitales de piano dedicados a la gran Alicia de Larrocha, recitales protagonizados por mujeres, como la propia homenajeada, que bajo la etiqueta “Recordando a Alicia” se irán desarrollando a lo largo de los próximos meses para conmemorar el centenario de su nacimiento. Esas tres pianistas son Rosa Torres-Pardo, Noelia Rodiles y Judith Jáuregui, quienes de común acuerdo se proponen evocar el repertorio menos visible de la catalana, incluyendo además, en sus respectivos programas, la obra de una compositora de su elección.

Rosa Torres-Pardo abrió el día 18 el ciclo con un recital de buena fortuna. Unas 350 personas, entre ellas bastantes con aspecto de lectores habituales de Houellebecq, ocuparon las butacas de la Sala de Cámara del Auditorio, lo que no está mal ni siquiera para una figura de su talla. La pianista madrileña adelantó una muestra de su desbordante musicalidad con la interpretación de la breve Sonata en Sol menor del Padre Soler. Dejó entonces el piano para presentar las ideas conductoras del ciclo que hoy se inauguraba, y su relación personal con la compositora almanseña Sonia Megías, presente en la sala, cuya obra, SoLnatina, una pieza de juventud revisada en 2010, explora la forma sonata desde presupuestos actuales. Tras la interpretación de esta obra y la aplaudida subida a escena de la compositora, Torres Pardo prosiguió su actuación con el Fandango del Padre Soler. Es bien conocido el interés que siente Torres-Pardo por la música de Soler: ha grabado la integral de sus seis quintetos con el cuarteto Bretón, y fue productora e intérprete del documental Una rosa para Soler. Su interpretación, tanto en la Sonata en Sol menor como en el célebre Fandango, destacó por la limpieza en el abordaje de sus múltiples dificultades técnicas (adornos, pasajes en octavas, saltos…) y por el uso de un amplio abanico dinámico que no desnaturaliza la identidad dieciochesca de la música. Terminó la pianista la primera parte de su recital con las diecisiete Variaciones serias de Mendelssohn, una obra de presencia reciente en su repertorio, con momentos memorables, como la apasionada variación nº 3 (que de la Rocha interpretaba con fuego en los dedos), o la nº 14, memorable por su lirismo, y que Torres Pardo, fiel a su propio estilo, sirvió con un carácter más dramático que poético.

rosa torres-pardo, alicia cndm

Un momento del recital

Tras el descanso, y con la soltura que la caracteriza, la madrileña recitó los famosos versos de San Juan de la Cruz que inspiran la Música callada de Mompou. Hermosa interpretación la suya de las nueve piezas del primer cuaderno, entre las que no pueden dejar de citarse la nº III (y su lamentable contaminación musical convertida en sintonía de la cadena Ser), la nº V, que evoca el recuerdo de los sonidos en la fábrica de campanas de la infancia del compositor, o la nº VI, con su hermosa melodía insistentemente repetida. Torres-Pardo dio el tono requerido de austeridad y transparencia, y dejó en el aire alguna huella de los versos de Paul Valèry, que también inspiran la obra. Terminó su programa con la interpretación del soberbio Preludio, coral y fuga de Cesar Franck, una obra que usa la forma cíclica con ideas motívicas tomadas de Bach y Wagner, con un Coral intermedio, eje emocional de la obra, dominado por el motivo de la Redención, que sobrevuela densos acordes arpegiados con arriesgados cruces de la mano izquierda. Su reaparición en el clímax de la fuga fue para el que escribe uno de los momentos más destacados de la tarde.

Sólo restaba, llegados a este punto de elevación artística, coronar la sesión con alguna de esas propinas capaces de despedir al público con una sonrisa cómplice. Y nada tan revelador de la satisfacción de la pianista con el comportamiento de su audiencia como el hecho de que ofreciese, sin considerar necesario anunciar título ni autor, dos, de Enrique Granados: las Danzas Españolas números 2, Oriental, y 5, Playera, que, en efecto, cerraron el recital de modo magistral. Emilio Fernández Álvarez

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