Sin dinero y con grandes ambiciones
Sin dinero y con grandes ambiciones, ahora hay quien acaba de descubrir que realizar una programación propia en un auditorio no sólo supone pagar a los artistas sino a quien redacte contratos, reserve hoteles, se encargue de la publicidad de los actos y otras muchas encomiendas para las que no había personal, haciendo necesarias nuevas contrataciones. Del millón de euros poco va a quedar para lo estrictamente musical. Quizá ni para las bulerías.
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