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Leyenda sin causa
Thielemann, nervios y genio
Por Publicado el: 24/04/2008Categorías: Crítica

TENSIÓN Y FINURA

TENSIÓN Y FINURA

Obras de Beethoven. Cuarteto de Tokio. Ciclo Beethoven. Teatro Real. 22-4-2008.

Siempre es gratificante reencontrarse con este grupo, nacido en 1969 y compuesto a estas alturas por dos instrumentistas japoneses, uno de ellos, Kazuhide Isomura, el viola, fundador, por un norteamericano y un inglés. Combinación de nacionalidades que, al cabo de los años, ha cuajado: ahora mismo el cuarteto posee una solidez, un equilibrio, una unidad de ataque y una personalidad tímbrica encomiables; hasta colocarlo en la cima de la especialidad. Puede que no tenga la agreste y demoledora sonoridad de antaño, pero han ganado en refinamiento.
En este concierto del sustancioso y prieto ciclo Beethoven del Real han podido demostrarse estos extremos a lo largo de un programa monográfico en el que figuraban los “Cuartetos nº 2”, “nº 10” y “nº 14”, selección que contempla las tres grandes épocas creadoras del compositor. Ideal para un conjunto como el Tokio, que tañe magníficos Stradivarius cedidos por la Fundación Nipona de Música. La actuación fue de campanillas, más allá de que en ella no faltaran algunas intemperancias, pequeños desajustes y leves problemas de ejecución, evidenciados, por ejemplo, en las imprecisiones del Allegro inicial de la primera partitura o en el Presto de la última.
Pero el entendimiento milimétrico de los cuatro músicos fue indudable. El tránsito del Allegro de apertura al subsiguiente Adagio cantabile en la obra más temprana fue realizado magistralmente y en el tiempo de cierre pudimos apreciar la claridad del contrapunto y las delicadas medias voces. El Adagio del “nº 10” dio ocasión a que el primer violín cantara con exquisita dulzura y el Presto fue motivo para una espléndida exhibición de energía y destreza.
Puede que echáramos en falta un poco más de hondura y de perfección instrumental en el soberano Andante non troppo molto cantabile de ese prodigio que es el “Cuarteto nº 14 en do sostenido menor, op. 131”, en cuyo Allegro final saltaron auténticas chispas y se creó una insoportable y bienhechora tensión sonora. Con el regalo de un finale de Haydn, alegre y bienhumorado, se cerró la magnífica sesión. Arturo Reverter

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