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Por Publicado el: 04/05/2015Categorías: Crítica

Una crítica a Domingo en Due Foscari

He aquí el fragmento dedicado a Plácido Domingo tras el concierto con «I due Foscari» en Barcelona. Una crítica equilibrada de «In Fernem Land» que expresa con claridad lo que está pasando con el baritenor.

«Ayer asistí a la segunda función de I Due Foscari al Liceo , todo un acontecimiento de aquellos que cubre al teatro con una pátina de expectación y excepcionalidad que tan difícil es de obtener. Obviamente el motivo no era otro que la presencia en el Cartellone del mítico Plácido Domingo , que cantando partes de barítono sigue llenando teatros para gozo y satisfacción de los programadores, directores y de sus incondicionales que a pesar de los resultados le dan energía para 25 o 30 años más de actividad operística como cantante, ya que la cuestión es seguir drogándose con las sacudidas de estima colectiva, aplausos desatados y gritos de aprobación, tal como sucedía cuando cantaba aquellos históricos Des Grieux, Loris , Samson, Don José, Radames, Otello, Dick Johnson, Maurizio, Cavaradossi o Riccardo, con la diferencia abismal que de aquel Domingo en el que pudimos escuchar ayer no hay nada que los identifique, o yo no lo supe encontrar.

domingo foscari

Domingo es un perro viejo que conoce todas las estratagemas para desenvolverse de todas las dificultades que su estado vocal en la actualidad le pone a cada frase y me atrevería a decir en cada compás. Sabe cómo dar fuerza y sentido a una palabra para ocultar o maquillar cualquier estrangulamiento de la voz, desfallecimiento, falta de fiato o incapacidad para ligar dignamente una frase (el legato nunca había sido su fuerte), tal vez por eso y más conocedor que nadie de sus precariedades, hace un énfasis muy efectivo en los recitativos, que son en gran medida la única arma que le queda para subyugar desde la platea hasta la última butaca del gallinero a todos los que se quieran dejar subyugar, no como en su gran época que incluso los más reticentes acababan (acabábamos) absolutamente ganados por una voz y una forma de cantar que han hecho historia.

Yo no he encontrado nada de todo aquello en lo Francesco Foscari que nos ofreció ayer. La voz, el color y el metal ya no se identifica con el tenor que fue. Ahora las sonoridades demasiado a menudo son nasales para intentar baritonejar y la poca consistencia del legato hace que a menudo se ahogue, no sólo en el registro grave que no sabe ni siquiera maquillar, sino en muchos momentos que la voz, aunque de notable proyección, debería, al menos, de correr con más facilidad. En los momentos concertantes se reserva tanto que prácticamente hace mímica facial y en su aria del tercer acto, donde obtuvo el gran éxito que todos sus admiradores esperaban, es donde me gustó menos, porque allí estaba solo ante la verdad, sin los compañeros que le cubrieran los hombros.

Comprendo que los jóvenes que no lo habían visto en sus años de gloria les guste decir que vieron el mito, pero el de ayer no es Plácido Domingo , es otra cosa, todo un fenómeno mediático, si se quiere, y un mito que todavía sabe sacar rendimiento, ayer sin hacer el ridículo, de su propio mito. Como él no tiene las necesidades económicas que parece ser que si tienen otras, esta terca persistencia continuar pisando el escenario debe ser debida a la adicción profunda a la ovación y la estima colectiva, y ayer recibió una sobredosis. Lo que ya no sé valorar tanto es el público que sigue alimentando esta espiral perniciosa, ya que cada vez habrá de auto-engañarse y engañar a su ídolo de forma más artificial, ya que ahora ya hemos visto que la perdurabilidad vocal de Domingo no era eterna.

Un pequeño detalle, cuando el Liceo al final de ella representación se ha derrumbado a sus pies y él se ha agachado para tocar con la palma de la mano el suelo del escenario, como diciendo que siempre se ha estimado la casa , me han entrado ganas de preguntarle porque nos dejó durante tantos años, años de esplendor que los dedicó a otros teatros (por favor, abstenerse de decir que las peleas y prohibiciones con y del clan Caballé, lo impidieron, porque Domingo siempre ha tenido las puertas abiertas para venir a hacer lo que hubiera querido). Cambiar ahora aquellos teatros ya no lo quieran tanto y ahora quiera recuperar el tiempo perdido en casa … me entendéis ¿verdad?…»

Pueden acceder al resto de la crítica tecleando aquí Crítica Due Foscari ,aunque habrán de traducirla.

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