Alejandro Roy: “Si no estás en la agencia adecuada es difícil que los grandes teatros españoles piensen en ti”
Alejandro Roy, tras su éxito en Yerma, vuelve a Tenerife
Cuando el año pasado, el Festival de Torre del Lago Puccini se propuso rendirle homenaje a su compositor de cabecera, por el centenario del fallecimiento, el certamen mandó a llamar a un tenor español. Entonces, para las funciones propuestas de Tosca, en una nueva producción del mítico Pier Luigi Pizzi, se volvió a contar allí con Alejandro Roy. El cantante asturiano, que ya había protagonizado Turandot en la Gran Manzana, también ha regresado recientemente al Metropolitan de Nueva York para su reciente nuevo montaje de Aida de Verdi, y estos días acaba de protagonizar el arranque de la temporada de ópera en Tenerife con el estreno europeo de Yerma, la ópera de Heitor-Villalobos.

Alejandro Roy Ermonela Jaho y en la Adriana Lecouvreur de la Ópera de Oviedo
Pareciera que Roy se resistiese a abandonar la isla. El próximo sábado, en Arona, este antiguo alumno de la gran Fedora Barbieri ofrecerá un recital de ópera y zarzuela con algunas de las arias más comprometidas de su repertorio, páginas de Pagliacci (el título que abordó este verano con gran éxito n el Festival Internacional de Granada), Cavalleria rusticana, Tosca, Adriana Lecouvreur, … los principales caballos de batalla de un tenor dramático con todos los papeles en regla.
_Hace medio siglo, Pizzi dirigió la primera ópera que el Met de Nueva York emitió por televisión a todo el mundo, una Bohème con Luciano Pavarotti. Y recientemente ha vuelto a la carga con otro título pucciniano, ahora con usted como protagonista. Verdaderamente este hombre parece incombustible… ¿A sus 94 años sigue conservando su “carácter”?
_Genio y figura… la verdad que trabajando con él apenas se le nota la edad. Yo le he visto en plena forma: es todo energía, siempre pendiente hasta del más mínimo detalle y sí, muy exigente, como todos saben. La verdad es que el ambiente de trabajo en Torre del Lago fue inmejorable, puedo estar muy contento.
_Cuando Puccini componía Tosca, un día le vino a ver Enrico Caruso. El compositor quedó asombrado por la voz del joven tenor, pero no le recomendó en ninguna parte, y aún tardó varios años en pensar en él para estrenar alguna de sus óperas. A usted le pasa un poco lo mismo, su instrumento resulta muy valorado, como una de esas grandes voces que no abundan, y sin embargo en su país cuentan muy poco con sus servicios. Le contratan más en el extranjero, ¿no es así?
_Esto mismo me lo comentaron varios colegas italianos. El año pasado fue la cuarta vez que me llamaban para cantar en Torre del Lago Puccini, algo que no ocurre frecuentemente. Y más si tenemos en cuenta todo lo que representó el centenario del fallecimiento del compositor, y con un título de tanta relevancia para el tenor… Fue una gran responsabilidad que me hizo sentir especialmente honrado
_Estamos en lo de siempre, pero con usted quizá peor… porque en España no se descubre a nadie, los teatros esperan a que un cantante español triunfe fuera, y luego si tal ya se apuntan. Ha logrado un éxito enorme en Francia, y luego en el Festival de Granada, cantando Pagliacci, pero antes interpretó Turandot y luego Aida en el Metropolitan de Nueva York. Además, se ha presentado en la Arena de Verona, en el San Carlo de Nápoles, Praga, Torre del Lago…
Ha concedido el primer bis en treinta años en el Teatro de la Zarzuela. Sin embargo, en su tierra, incluso en Asturias, parece un desconocido. No existe para el Teatro Real, por ejemplo, u otros grandes teatros de aquí. ¿Por qué?
_Parece que una vez más se diera eso de que nadie es profeta en su tierra… pero, en fin, seguramente hay más cosas detrás… Al principio pensé que podía ser que, como al inicio de mi carrera, me di a conocer como tenor ligero y luego vino el cambio a un repertorio más dramático, me tenían encasillado, algo muy español… Pero ya han tenido tiempo de comprobar lo que puedo hacer… Creo que se trata más de una cuestión de agencias, que es lo que impera en los grandes teatros: o te encuentras en la casilla adecuada o tienes problemas para trabajar en tu propio país. Sin señalar personalmente a nadie, la realidad es esa.
_Luego está también el general desconocimiento de los repertorios y de las posibilidades de cada cantante. Usted no tiene una voz precisamente ligera… recuerda a las de muchos grandes del pasado, como Mario del Monaco o Franco Corelli… y a veces se les exigen unas características de estilo, ciertas sutilezas, muy difíciles de hallar en instrumentos como el suyo, que tienen otros atributos: la fuerza, la resistencia, el empuje… En el pasado, si uno lee las críticas, se decía a veces que Corelli o Del Monaco eran intérpretes aburridos, inexpresivos, y sin embargo hoy se echan de menos esas mismas voces viriles, capaces de llenar un teatro sin trucos, como las de ellos, ¿no es así?
_Completamente, es difícil probar tres cosas a la vez, no se puede contentar siempre a todo el mundo… Por eso tienes que hacer lo que te vaya mejor a ti, a partir del conocimiento de tus medios y con tu propia técnica. Cada uno saca provecho de lo que posee, y hay que conocer a fondo las posibilidades reales de cada instrumento. Con una voz ligera puedes hacer más fácilmente algunas cosas, como adelgazar el sonido, y con la mía, que es distinta, con mayor presencia, otras diferentes.
_Seguro que conoce la anécdota de cuando Puccini visitó al gran tenor español Miguel Fleta en el camerino, después de una representación de Tosca, en Viena. Al compositor le costaba reconocer su propia obra en la voz del artista maño, no apreciaba las libertades que se tomaba al cantarla. Pero el ilustre intérprete insistía en que si el teatro se caía con su “Adiós a la vida” era porque él le había conferido su propia personalidad. A la hora de cantar esta ópera, ¿usted es más de Fleta o de Puccini?
_Yo soy de Alfredo Kraus… Me considero como él, muy estricto en la obediencia de lo que ha marcado el autor. De hecho, aquí, el director musical me anima a que me libere un poco más. Pero no por eso dejo de seguir las tradiciones que han ido forjando los grandes cantantes del pasado, que han impreso su sello personal en cada interpretación, tenores como Del Monaco, Corelli o Bjöerling. Y por supuesto, valoro muchísimo lo que hacía Fleta, al que amo, porque todo lo que cantaba, lo que hacía, venía directamente del corazón.
_Se refiere a los grandes pasado y usted estudió con una de las más relevantes del siglo XX, Fedora Barbieri, la gran mezzosoprano italiana que actuó con los mejores cantantes y batutas de su tiempo. ¿Cómo se produjo ese encuentro, qué le transmitió?
_Mi mujer, que también es cantante, buscaba soluciones para mejorar su técnica, que en España no le daban; aquí la enseñanza ha estado siempre bastante limitada. Así que buscamos en la guía telefónica y llamamos nada menos que a la señora Barbieri, que nos acogió a ambos en su casa muy amablemente. Era realmente encantadora y a mí me cambió la voz, porque fue la primera en comprender que estaba empeñándome en el repertorio equivocado. Me hizo ver que podía abordar los grandes roles de Verdi y Puccini, el verismo…
Tenía una técnica que en España nunca se ha empleado, y que es la más indicada: nos decía que es preciso “cantar con el cuerpo”, empleando todos sus recursos, lo que supone un gran esfuerzo y un completo dominio técnico.
_Por cierto, usted llegó a participar en “Gente Joven”, un antiguo programa de TVE que podría haberse anticipado a “Operación Triunfo”, pero a la vista está, con mejores voces… ¿Cómo resultó aquella experiencia?
_Antes de empezar con el solfeo, algo tarde, mis inicios se orientaban hacia la canción ligera. Aunque ya entonces mi interés estaba claramente dirigido hacia las voces importantes, gente como Nino Bravo, Francisco, Juan Bau… Así que me apunté a aquel concurso, donde llegué a alcanzar el segundo puesto.
_Es que entre los cantantes llamados ligeros de entonces había auténticas voces e intérpretes de primer nivel…
_Cierto, a mí siempre me gustaron dos, Luis Mariano y, en el flamenco, Rafael Farina. Podían haber llegado a hacer carrera en la ópera.


























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