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Los damnificados
El Teatro-Auditorio de San Lorenzo de El Escorial: Detrás del telón
Por Publicado el: 06/07/2006Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

A por todas

A por todas
En apenas dos semanas se han presentado dos proyectos musicales merecedores de todos los elogios, que suponen un gran esfuerzo de la iniciativa privada acompañada de la pública: la educación musical avanzada a la carta por internet y el Instituto de Cámara. Lo sorprendente es que ambos provengan de una misma organización: la Fundación Albéniz. Ésta viene poniendo en marcha diferentes iniciativas desde hace años a cada cual más relevante. El entusiasmo de su fundadora no puede menos que calificarse de admirable.
El empuje, la exigencia permanente y la imaginación de Paloma O’Shea han tenido el contrapeso empresarial adecuado en Vicente Ferrer. Una cosa no puede funcionar sin la otra y ahí radica el éxito de la propia Fundación, de la Escuela Reina Sofía y, seguro de «Magíster musicae» y el Instituto de Camara. La primera supone la primera escuela de música en internet. En ella se incluyen más de 3.000 horas de lecciones a cargo de más de 200 reputados profesores de todo el mundo – Schiff, Bron, Berganza, Kraus, Krause, Gutman, Maazel, Ashkenazy, etc-, que se podrán contratar a través de suscripciones individuales o mediante acuerdos con instituciones o centros de enseñanza. En su creación participa la Comisión Europea a través del proyecto Harmos, que cuenta con la colaboración de ocho de las escuelas de música más prestigiosas de Europa. Horas y horas de clases en la Escuela Reina Sofía y en otros centros han sido grabadas y digitalizadas para su difusión por banda ancha. Sin duda podrá ser una importantísima fuente de ingresos para la Fundación y quizá hasta su sostento. El Instituto de Cámara, que aún busca su sede física, y que cuenta con el apoyo de Caja Madrid, Ministerio de Cultura, Comunidad y Ayuntamiento de Madrid, permitirá que una parte de la Escuela Reina Sofía tenga su propia independencia.
Dentro de cinco años será impresionante lo que supondrá el conjunto de la Fundación Albéniz, con su nueva sede junto al teatro Real. Hoy casi todo se basa en Paloma O’Shea, pero es necesario asegurar el futuro de la institución a través de unos estatutos bien diseñados y de una parte más importante, aunque siempre minoritaria, de las instituciones públicas.

Gonzalo ALONSO

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