LOHENGRIN, de Richard Wagner. Opera en tres actos, con libreto de Wagner. Reparto: Klaus Florian Vogt (Lohengrin), Annette Dasch (Elsa), Jukka Rasilainen (Friedrich von Telramund), Petra Lang (Ortrud), Wilhelm Schwinghammer (Rey Heinrich), Samuel Youn (Heraldo del rey). Stefan Heibach, Willem van der Heyden, Rainer Zaun, Christian Tschelebiew (Cuatro nobles). Director de escena: Hans Neuenfels. Escenografía y vestuario: Reinhard von der Thannen. Dramaturgia: Henry Arnold. Iluminación: Franck Evin. Vídeo: Björn Verloh. Coro y Orquesta titulares del Festival de Bayreuth. Dirección de coro: Eberhard Friedrich. Dirección musical: Alain Altinoglu. Lugar: Festspielhaus de Bayreuth. Entrada: 1974 espectadores (lleno). Fecha: Domingo, 16 de agosto de 2015.

Tras la zafiedad del Ring de Frank Castorf, la vacuidad del Holandés de Jan Philipp Gloger y la tontuna del Tristan de Katharina Wagner, las veteranas ratas y ratitas del Lohengrin concebido por el director teatral alemán Hans Neuenfels (1941) parecen benditas criaturitas wagnerianas de toda la vida. Un quinquenio después de su contestado estreno, el montaje ha adquirido solera, prestancia y sentido. No sólo por el declive escénico del entorno, sino sobre todo por la asunción por parte del público y de la crítica de un lenguaje escénico y dramatúrgico cuya calidad escénica y sentido dramático acaban por imponerse a su apariencia juguetona y roedora, sin por ello dejar de chirriar con la tradición y el universo estético wagnerianos.

​En la producción destaca el unitario, minimalista y bien iluminado espacio escénico diseñado por Reinhard von der Thannen, realzado por un coloreado vestuario perfectamente integrado en la estética de la producción. En tal ambiente, Neuenfels mueve y maneja con mano experta y enorme talento sus ratas, ratitas y personajes, que finalmente, tras una andadura de seis años –bastante más de la vida media de un roedor – han calado en el público, cuya respuesta ha evolucionado desde la airada y casi unánime repulsa de los primeros años a la ovación de honor -¡20 ininterrumpidos minutos de aplausos!- con la que el domingo ha sido despedida esta ya nada controvertida producción. Pocos montajes escénicos han disfrutado en Bayreuth de tan positiva progresión. Todos han acabado por reconocer el sólido, equilibrado y consistente trabajo liderado por Neuenfels. La ingeniosa caricatura de los roedores ha demostrado ser bastante más de lo que aparentaba.
​En el foso invisible, al frente de la siempre excepcional orquesta titular del Festival, debutaba el maestro francés Alain Altinoglu (París, 1975), cuyo buen trabajo no ha podido alcanzar al realizado en ediciones anteriores por Andris Nelsons, bajo cuya batuta ha crecido esta producción. Faltó intensidad, contraste, vehemencia –preludio del acto III- y esos pianísimos unísonos, redondos, perfectos y casi mudos –preludio del acto I- que puede brindar una orquesta como la de Bayreuth. El coro, preparado por Eberhard Friedrich y de tan fundamental cometido en Lohengrin, estuvo, como siempre, excelso.

​Excelso también estuvo el lírico, efusivo, nobilísimo y bien rodado Lohengrin de Klaus Florian Vogt –quizá el mejor Caballero del cisne de la actualidad, incluido el mediático Jonas Kaufmann-, que culminó su excepcional actuación con un ‘In fernem Land’ tan emocionante como ciertamente inolvidable. Su presencia escénica, figura, vocalidad, escuela y personalidad artística se adaptan a la perfección al por Stravinski tan malévolamente llamado “Caballero de hojalata”. La otra estrella vocal de la noche fue la inmensa y también excelsa Ortrud de Petra Lang, artista de raza que carga el personaje de maldad y complejidad psicológica. Sus dúos con Telramund y Elsa, así como la arrebatada intervención final y su estremecedora Invocación a Wotan, resultaron momentos cumbres de la función. Petra Lang puede revolucionar el Festival de Bayreuth el próximo año, cuando debute su prometedora Isolda y reemplace a la fracasada Evelyn Herlitzius en la también fallida producción de Katharina Wagner.

​Al lado de estos dos colosales cantantes, la soprano Annette Dasch (Elsa), los barítonos Jukka Rasilainen (Friedrich von Telramund) y Samuel Youn (Heraldo) y el bajo Wilhelm Schwinghammer (Rey Heinrich) lograron mantener el tipo con dignidad. No es poco. La frágil y delicada Elsa de Annette Dasch brilló en su conocida aria ‘Einsam in trüben Tagen’, donde no tuvo que competir con la arrolladora presencia vocal y escénica de la Lang, mientras que Rasilainen confirmó una vez más la solvente clase de su veterano Telramund. El Lohengrin de Neuenfels muere en Bayreuth con reconocimiento y convertido en lo mejor del festival. ¡Quién lo iba a imaginar hace cinco años! Justo Romero