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BERMÚDEZ Y ARNALTES, LA GRAN NOCHE DEL `LIED'
Pappano en ibermúsica
Por Publicado el: 29/04/2010Categorías: Crítica

Bellini con trazos gruesos

Temporada del Teatro Real
Bellini con trazos gruesos
“Puritani” de Bellini. J.D. Flórez, E. Gutiérrez, R. Tagliavini, N. Ulivieri, F. M. Capitanucci, M. Atxalandabaso, G. Colecchia. M. Ortega, dirección musical. Orquesta y Coros titulares del Teatro Real. Teatro Real. Madrid, 29 de abril.
Gran año para la ópera el de 1835. En su trascurso se estrenaron dos de las más grandes obras belcantistas: “Lucia di Lammermoor” de Donizetti e “I Puritani” de Bellini, quien en 1831 había alcanzado la cima con “Norma”. El apoyo de Rossini le sirvió para trasladarse a París y preparar allí el nuevo título. El encargado del libreto sería el conde Carlo Pepoli, escritor a quien Bellini habíaa conocido a través de una princesa milanesa exiliada, cuya casa frecuentaban personajes como Victor Hugo, Musset, Dumas, Heine, Chopin o Sand. Se eligió el drama “Têtes rondes et cavaliers”, de Jacques-François Ancelot, pero Bellini se acordó de Walter Scott al titular su ópera. Cosechó un gran éxito en el Teatro de los Italianos, aunque apenas tuvo tiempo de saborearlo, puesto que fallecería prematuramente un año después. Su partitura, de ambiente sombrío, trata conjugar la tradición italiana con la gran ópera francesa y contiene páginas bellísimas, plenas de melodías e incluso himnos, con un papel importante para los coros y más elaborada orquestación que en sus óperas anteriores. En ocasiones se escucha una mezcla entre la versión parisina y la modificada más tarde para que Malibrán la cantase en Nápoles.
En ausencia de un cuarteto como el que la estrenó en París – Grisi, Rubini, Lablance y Tamburini- el peso de esta versión de concierto recaía en el gran tenor ligero de nuestros días. Juan Diego Flórez eligió Las Palmas para debutar la obra en 2004. Entonces, y ahora también, el papel de Arturo le viene central, pero tuvo la suerte de poderlo cantar en plenitud técnica, justo cuando las condiciones físicas de los treinta y pocos años estaban en lo más alto. Y nosotros la suerte de oírlo, aunque no fuese éste su papel más idóneo. Sin embargo, en todos los cantantes hay noches y noches y la de ayer no fue la más afortunada del gran artista. Se le notaba incómodo en el escenario. Se midió en su temible salida a escena con un «A te o cara» que no se pudo cantar de forma más elegíaca. A partir de ahí llegó también la pasión, uniendo temperamento a su precioso timbre, pero algo fallaba y ni siquiera sus seguros agudos eran tan frescos y fáciles como habitualmente. Estuvo bien apoyado por la soprano Eglise Gutierrez, quien se movió mejor por el registro agudo que por el medio. Fabio Maria Capitanucci y Nicola Uliviero cumplieron en sus respectivos papeles, aunque sin el conveniente contraste tímbrico que pide su dúo para diferenciar bajo y barítono. Miguel Ortega solventó con trazos gruesos la papeleta que tenía el teatro por culpa de la ineptitud política ante un lejano volcán, pero Bellini requiere una delicadeza que no existió ni en coro ni orquesta. El público percibió todo lo anterior y respondió con bastante menos entusiasmo que la expectación con la que había llegado. Gonzalo Alonso

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