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Por Publicado el: 22/12/2022Categorías: En vivo

Crítica: Adiós a la bohemia en el Teatro Victoria Eugenia

¡A ver si toman nota!

Fecha: 18-XII.2022. Lugar: Teatro Victoria Eugenia, San Sebastián. Programa: “Adiós a la bohemia”, ópera chica en un acto con música de Pablo Sorozábal y libreto de Pío Baroja. Protagonistas: Miren Urbieta Vega (soprano, en Trini), Ramón Cansino (barítono, en Ramón), David Lagares (bajo, en El vagabundo), Dario Maya (bajo/barítono, en el Señor que lee el periódico y en Un chulo) Luken Munguira (tenor, en el Mozo) Irene Sorozábal (mezzosoprano, en Enriqueta Serrano). Actores: Íñigo Gastesi (como Pablo Sorozábal), Inazio Tolosa (como Pío Baroja y el Señor de la capa). Instrumentistas: Josu Okiñena (pianista) y Liana Gourdjia. Coro: Easo. Director de Coro: Gorka Miranda. Orquesta: Sinfónica de Musikene. Director de escena: Ignacio García. Asistente de dirección musical y preparador de orquesta: Eros Quesada. Director musical: Víctor Pablo Pérez. Producción: Donostia Músika.

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Equipo artístico Adiós a la bohemia

Ocurre muchas veces. Cuando la iniciativa privada, exangüe en recursos económicos y mendicante para obtenerlos, a base de esfuerzo y gozando de agendas propias o particulares de amigos construidos con el buen hacer y enormes dosis prácticas de generoso humanismo, adquiere un mayor renombre y reconocimiento públicos, que otras instituciones institucionales o con un potente capital empresarial incapaces de llegar a esos niveles. El año 2022 se cierra conmemorando el 125 aniversario de un donostiarra ilustre, don Pablo Sorozábal y el 150 aniversario, del también natalicio en la Bella Easo de un todavía poco alcanzado escritor, cual fue don Pío Baroja. Ambas efemérides han pasado, sin pena ni gloria, por otros certámenes musicales y literarios de mayor renombre en esa ciudad. Claro que en Donosti Aldea la ingratitud de memoria hacia sus grandes próceres es el pan nuestro de cada día. En la presente ocasión ha sido la inquietud de Carlos Benito el gran factótum de la cuidada y alta programación que presenta la pobretona entidad que es Donostia Kultura, contando con la agenda y experiencia de ese genial programador, cuajado en bonhomía, ya tan solo jubilado oficial, que es José Antonio Echenique (discreción y eficacia personificadas), conformando los pivotes que han aunado voluntades para poner en escena este espectáculo lírico, bien diseñado -con elegancia conceptual- gracias al factor de la simple y hermosa amistad, la cual ha conseguido contar con artistas de primera línea como el director Víctor Pablo Pérez, el valor escénico de ya citado García, y las muy reconocidas voces de Miren Urbieta Vega, Luis Cansino y David Lagares.

Se diseñó un programa realmente atractivo en el que donde de conjuraron en un continuo la representación de la ópera chica con un recordatorio de la producción musical hacia maestro Sorozábal, amenizado por una imaginada charla -con diálogos bien construidos- entre el doctor don Pio y el compositor don Pablo, haciendo un giño a la presencia en escena de Enriqueta Soriano, luego esposa de éste, y el desfile de pasajes muy significativos de sus zarzuelas como “La tabernera del Puerto”, “Black el payaso”, “La del Manojo de Rosas” o “La eterna canción”, amén de interpretar su internacional “Maite”, versión en euskera para coro mixto ya que la primigenia estaba escrita únicamente para coro de hombres.

La puesta en escena concebida por Ignacio García, de reconocido prestigio y solvencia, representa una café madrileño de allá los años 40 del pasado siglo, aunque existen pequeños detalles de notoria ucronía, como el caso de la violinista del establecimiento vistiendo pantalones, algo impensable en aquella época de duro control costumbrista y férrea censura. Nunca en España se ha realizado una producción semejante sobre esta joya lírica. Bien podría el Teatro de la Zarzuela subirla a sus tablas. Éxito asegurado.

En el plano musical sorprendió el excelente hacer de la Orquesta de Musikene, integrada por 50 músicos, estudiantes del pentagrama, quienes, tras duras horas de trabajo con Eros Quesada para intentar encajar en la horma idónea tal lógica bisoñez, se encontraron con la experiencia impagable, amén de efectista, y la enorme sabiduría de Víctor Pablo Pérez subiendo el tono y el color de cuando transcurría sobre el escenario, haciendo que en el foso se calzase el adecuado y conveniente calzado de sonoro color, a la par de brillantes encajes. ¡Enorme y acertado trabajo de concertación musical! Es de total reconocimiento la gran capacidad en el perfeccionismo sobre la combinación de la armonía y la melodía que manaba del intelecto de Sorozábal, siendo esta ópera chica (próxima a los 50 minutos) un punto de inflexión en nuevos caminos de la lírica para transitar por texturas vocales y musicales. Añádase a ello el ingenio literario de don Pío para construir personajes totalmente creíbles con sus pátinas de dolor bien evidenciado, atreviéndose, incluso, tan serio él, a dedicar a las mujeres que venden su cuerpo en la calle un maravilloso texto coral que relata esa doliente existencia e incierto porvenir.

En el terreno vocal sigue cautivando el poderío, construido con una limpia emisión y una contundente afinación, de la soprano spinto Urbieta Vega, desarrollando un trabajo pletórico, como fue en su romanza “¿Recuerdas aquella tarde?”, así como el dulce gusto en los dos dúos con el antiguo novio, el frustrado pintor Ramón. Esta pronta a hacer el salto a la gran soprano dramática que será. El barítono Luis Cansino, cuya tesitura a veces entra en el terreno tenoril, realizó el papel del citado Ramón en forma convincente, teniendo momentos de calidad inquebrantable en el doliente canto de “Poeta pobre, bohemio y truhan”, una de las mejores caracterizaciones de hombre desesperado y sin futuro que salió de la pluma de don Pio. El pesimismo reinante en la época del año 1933, en la que se estrena esta obra, sale del canto de El Vagabundo, interpretado en plenitud actoral y elegante textura vocal por David Lagares. El bajo/barítono Darío Naya tuvo que hacerse cargo de dos personajes, El señor que lee el periódico y Un chulo, cinco horas antes de iniciarse la velada, saliendo bien del compromiso en su “Al volver cansado a su buhardilla”, en estilo de un logrado chotis matritense, y en “Buenas, ¿con qué, vienes u no?”, respectivamente. Gorka Miranda está logrando que en su Coro Easo cada vez se acorten más las diferencias con otro famoso coro donostiarra, creando un conjunto mixto de sobresalientes cotas, como se apreció en el coro de pintores “El Greco, Velázquez, Goya, esos son pintores” y el prodigio del coro de prostitutas “Noche triste y enlutada con mi negro destino” en el que ocho de sus féminas, colocadas cuatros frente a cuatro en los pasillos laterales del patio de butacas, siguiendo con precisión suiza la batuta que sobresalía del foso, hicieron la delicia de tan patético y verista canto. Caballero, señora, ¡a ver si toman nota! Manuel Cabrera.

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