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Lázaro echa a andar
“Curro, el de Lora”, Una zarzuela injustamente olvidada
Por Publicado el: 14/09/2007Categorías: Crítica

El arte de no engañar

Zarzuela de bolsillo
El arte de no engañar
“Adiós Julián”, autores varios. Solistas y Coro de la Comunidad de Madrid. M.Bollain, dirección escénica. M.Coves, dirección musical. Teatro Albéniz. Madrid, 14 de septiembre.
No se ha pretendido engañar a nadie: el sobretítulo reza “zarzuela de bolsillo” y también se informa de que sus intérpretes son solistas de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. En concreto diez profesores de la orquesta, ocho coristas, cuatro solistas y tres bailarinas. Esos son todos los elementos. En el escenario bastante pocos artilugios, apenas unas banquetas en el primera parte más unas mesas de verbena en la segunda.
La obra, “Adiós Julián”, es una especie de popurrí de números de zarzuela que se hilan con una cierta, pero sólo cierta, continuidad argumental. Alguno quizá hasta haya pescado que Julián, el tenor de “La verbena de la Paloma”, se enamora de Mari Pepa, la soprano de “La revoltosa”. Se trata de darle un poco de gracia al asunto, lo que se consigue más con las ocho coristas femeninas que con los solistas. Responsable de toda la acción escénica es Marina Bollain. El montaje está diseñado en este formato tan reducido con la idea de que gire por la red de teatros de la CAM, sin duda idea acertada. Para ello también se han debido realizar unos arreglos orquestales para grupo de diez músicos que suenan, bajo las órdenes de Manuel Coves, como si nuestra zarzuela estuviese aprendiendo alemán. Pero, con sus bastantes más y algunos menos, la cosa funcionará bien para las localidades a las que está destinada.
Otra cosa es presentar el mismo espectáculo en Madrid, en el Teatro Albéniz, a veintidós euros la entrada, porque el nivel mínimo no se alcanza. Y no se llega a él por una cuestión de bastante simple remedio: bastaría haber contado con cuatro solistas de mayor entidad escénica y con mayor peso vocal. Una cosa es ser un buen corista y otro un solista y ni unos ni otros suelen poder intercambiarse las responsabilidades. El apoyo de la amplificación electrónica tampoco llega a solucionar el problema.
Lo escrito: un espectáculo pensado para unas localidades en las que funcionará, pero no para la capital del Reino, aunque el público amigo que asistió al estreno no parase de reír y ovacionar. Gonzalo Alonso

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