EL TRASFONDO POÉTICO

            Obras de Schubert y Chopin. Emanuel Ax, piano. 21 Ciclo de Grandes Intérpretes Scherzo/El País. Madrid, Auditorio Nacional, 8 de noviembre de 2016.

            Dos grandes compositores románticos se daban la mano en este concierto. Hemos podido calibrar así los nexos existentes entre ambos genios en cuanto a la forma, al estilo y al contenido y comprobado en parte hasta qué punto el vienés pudo influir en la depuración pianística de su colega. Y se ha contado para ello con el arte concentrado, recogido, pasajeramente íntimo, raras veces desmelenado, de este pianista estadounidense de origen polaco, nacido en 1949.

            De salida, en el primero de los cuatro “Impromptus D 935” de Schubert, Ax nos ha parecido algo confuso de digitación, rumoroso de exposición, de tal forma que los tresillos y ritmos punteados, la inestabilidad del primer motivo quedaron bastante emborronados. Circunstancia que volvimos a apreciar en pasajes de algunas de las demás obras del recital, necesitadas de una clarificación, de una nitidez esenciales, no lograda a veces por un empleo poco fino del pedal derecho.

            No obstante, y también en conexión con ese artilugio, el artista pudo ofrecer hermosos reflejos tímbricos, juegos dinámicos y claroscuros muy interesantes capaces de otorgar un bella pátina sonora a las frases musicales, inteligentemente construidas en busca de una expresión poética muy atractiva. Así, esas obras schubertianas y la “Pieza nº 2” de la “D 946”, pudieron estar adornadas del necesario encanto y de la prescrita ligereza. Cosa que tuvieron asimismo los cuatro “Impromptus” chopinianos, “op. 29”, “36”, “51” más el conocido como “Fantasía-Impromptu”. En el segundo de ellos Ax nos regaló con un exquisito dibujo de las escalas y una elogiable suavidad en las notas sobreagudas.

            Algo embarullado nos pareció el comienzo de la “Sonata nº 3” del polaco, plagado de febriles y agitadas frases. En el “Scherzo”, sin embargo, los dedos se tornaron ágiles y en el “Largo”, una suerte de nocturno, el instrumentista acertó con el adecuado tono “cantabile”, introspectivo y delicado. Y mantuvo el tipo en los difíciles pasajes polirrítmicos y superposiciones del “Presto non tanto” de cierre. Tocado con mucho gusto el “Nocturno nº 5” del mismo compositor, primero de los dos bises. Arturo Reverter