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Ciclo Ibermúsica: Contrastes femeninos
“¡ESTÉBAN GARCÍA!”
Por Publicado el: 19/03/2012Categorías: Crítica

EN BLANCO Y NEGRO

EN BLANCO Y NEGRO

Obras de Debussy, Ravel y Stravinski. Orquesta Filarmónica de Radio Francia. Katia Buniatishvili, piano. Director: Myung-Whun Chung. Auditorio Nacional, Madrid. 18-3-2012. Juventudes Musicales.

La asociación de esta orquesta francesa con Chung (Seúl, 1953) está siendo muy fructífera. En esta ocasión hemos podido escuchar la versión más amplia del conjunto, con una base de nueve contrabajos y el resto de las familias en proporción. La buena mano del músico coreano se ha hecho notar en la excelente disposición de los instrumentistas, bien ensamblados y cohesionados, generalmente ajustados. Cierto es que la tímbrica no es de gran calidad y que la sonoridad, aunque de notable caudal, resulta más bien gris, sin fulgores, sin una coloración especialmente atractiva.
Pero la formación es maleable y atiende con presteza las órdenes de la batuta de Chung, menudo, cimbreante y ágil, de gesto preciso y claro, movimientos bien armonizados y criterios musicales directos. Explica y expone con concisión y resulta comunicativo, con una manera de acentuar explícita y eficaz. Lo que permitió seguir interpretaciones muy aceptables aunque en ningún caso de primer nivel; algo borrosas y monótonas. El “Preludio a la siesta de un fauno” de Debussy nos pareció de una poesía poco destilada, excesivamente musculada y rumorosa.
En el “Concierto en sol” de Ravel, excelentemente diseñado y puntuado, se lució la poderosa, joven y bella pianista georgiana Katia Buniatishvili, de fuerte pegada y apasionado temperamento. Empleó demasiado el pedal, por lo que algunos pasajes quedaron en parte emborronados, como los tan cristalinos del Adagio. Sus dotes pianísticas se evidenciaron en el “Vals Mephisto” de Liszt, tocado como regalo con ímpetu arrebatador y más de un confusionismo. Una versión bien matizada y regulada de la versión de 1919 de “El pájaro de fuego” de Stravinski, donde se consiguieron algunos meritorios pianísimos, y una sólida y hercúlea de “La Valse” de Ravel, muy en blanco y negro y carente de sensualidad, culminaron el discreto concierto. Arturo Reverter

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