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El último trabajo de Sagi: La Parranda
Wagner en la selva amazónica.
Por Publicado el: 21/05/2005Categorías: Diálogos de besugos

En torno a Don Juan

En torno a Don Juan.
Las críticas, sobre todo una, al «Don Giovanni» coruñés no tienen desperdicio. Justo Romero en El Mundo la titula «cuatro telas muy bien coloreadas». Va por la casa, Agata Ruiz de la Prada. Alaba también la labor de del Monaco, al igual que ABC. resulta sorprendente el comentario, porque no se puede hablar de crítica, de Vela en El País. «Dirección convencional», escribe. ¿Saben ustedes como fue la escena de «Il catalogo»? Pues en vez de lista de nombres había un baúl con prendas interiores femeninas que Leoporello iba mostrandouna tras otra. Entre ellas, de pronto, aparece una corbata. Interpretación libre. Parece como si Vela hubiese pensado: «Si escribo a favor dirán que El País se ha vendido al Mundo y si escribo mal parecerá que lo hago por ser algo de El Mundo». Resultado: la nada. Mal asunto cuando un comentariasta se hace tales planteamientos y practicamente ignora la ópera.
Aquí vienen para que comparen.
LA RAZÓN:
Mozart rockero en La coruña

Festival Mozart «Don Giovanni», de Mozart. Con M. Vinco, P.
Spagnoli, E. Martirosian, J. Kozlowska. Coro y Orquesta
Sinfónica de Galicia. Dir. musical: V. P. Pérez. Dir. de
escena: G. Del Monaco. Escenografía y vestuario: Á. Ruiz de
Prada. P. de la Ópera. La Coruña, 19-V-2005. Rafael BANÚS
El Festival Mozart de La Coruña ha abierto las celebraciones
del bicentenario mozartiano con un rompedor «Don Giovanni»,
puesto en escena por Giancarlo del Monaco. Tras «Butterfly»
sevillana, no podía hacer algo más diferente. Aquí no hay
decorados: sólo las torres de luces y unos telones corridos.
Durante la obertura, los personajes aparecen y desaparecen de la sala: comienza el teatro de la vida. El montaje suponía el
debut en la ópera de Ágatha Ruiz de la Prada. La célebre
diseñadora hizo lo que se esperaba de ella, con un vestuario
colorista y una fuerte presencia de corazones, como el enorme que preside la cama de Don Giovanni. Algunos trajes, como el
de Zerlina, son maravillosos, mientras que la fiesta del
primer acto resultó algo naïf.

Libertino actual. Para el Don Giovanni se contó con un
intérprete como Marco Vinco, con el físico de un cantante de
rock y un toque macarra, pero también con elegancia. Su «alter ego» Leporello, en su mono de trabajo rojo, estuvo encarnado
por un Pietro Spagnoli de impecable fraseo. Joanna Kozlowska
mostró su estilo mozartiano en Doña Elvira, y Elisabeta
Martirosian lució una voz algo ligera, pero estuvo segura en
las agilidades de Doña Ana. Ferdinand von Bothmer empezó algo alicaído como Don Ottavio, pero se superó con creces en la
segunda aria. Elena de la Merced hizo una exquisita Zerlina.
Al frente de una Sinfónica de Galicia en estado de gracia, Víctor Pablo Pérez propuso una lectura plenamente integrada en
el estilo pero con un magnífico impulso teatral. Un «Don
Giovanni» refrescante, trepidante, aunque se abusó un poco de las luces de discoteca y de los rayos láser, y una fuerte
apuesta recibida con entusiasmo.

EL MUNDO:

Justo Romero
A CORUÑA.- Cuatro trapos, cuatro trapitos bien coloreados si
prefieren, mucho ingenio y saber teatral y una sobresaliente
realización musical han bastado para convertir el flamante Don
Giovanni nacido el jueves en A Coruña en un espectáculo cargado de
interés y novedad. Una propuesta atrevida y polémica por su valiente
empeño de sacar -¡rescatar!- al burlador de su leyenda tenebrosa, y
que ha servido como impactante pórtico del Festival Mozart de A
Coruña.
Luz y colores para el libertino ahora recreado por la mano maestra
de Giancarlo del Monaco y la vitalidad cromática de Agatha Ruiz de
la Prada. Personalidades diferentes y acaso contradictorias
catalizadas por el genio mozartiano, aunadas en un espacio
espartano, desnudo absolutamente de casi todo.
Esta deliberada ausencia de elementos ajenos hace que el desarrollo
dramático casi quede reducido a las fisonomías de unos protagonistas
cuya idiosincrasia humana cobra así inusitado poder. Del Monaco
indaga con buen ojo en los rasgos de los personajes desde una
perspectiva caricaturesca y no exenta de humor. Quizá no esté de más
recordar que Don Giovanni es un dramma giocoso al que le sientan de
maravilla los colorines de Ruiz de la Prada y el humor irreverente
de Del Monaco.
De hecho, basta el color intenso de la diseñadora madrileña, la
iluminación inteligente de Wolfgang Zoubek y la experta dirección de
Del Monaco para colmar la escena de sentido y contención.
Abundan los detalles y atrevimientos en este Don Giovanni rompedor,
pitado por un sector del público que no parecía dispuesto a tolerar
tanta ocurrencia ni tanta cópula. Eso de que Don Giovanni magree y
sobe con tanto regusto a toda la que se le pone por delante, juegue
al golf o menee sus huesos seductores en un discoteca psicodélica
con rayos láser incluidos; o de que el bueno Leoporello, en su
famoso catálogo, en lugar de pasar páginas, se dedique a extraer una
inagotable sucesión de coloreadas bragas resultó excesivo para un
público minoritario que aún añora candelabros, golas y tutús.
El trabajo concertador de Víctor Pablo Pérez realza la genial
escritura mozartiana. Contó, claro, con una Sinfónica de Galicia.¡Da
gusto escuchar a estos virtuosos sinfónicos gallegos! A tono con
tanta excelencia, un reparto vocal sin fisuras. Joven y con tablas.
Triunfaron todos. Don Giovanni se tronchó de risa.

EL PAÍS
J.A.Vela del Campo
La inauguración del Festival Mozart ha estado marcada por el
protagonismo en la escenografía y vestuario de la diseñadora
Ágatha Ruiz de la Prada, en una operación de corte mediático a
las que cada día son más proclives los festivales. No es que
el mundo de la ópera haya estado ausente hasta ahora del de la
lírica. Ahí están los ejemplos de Erté, Versace, Armani o
Jesús del Pozo. Ruiz de la Prada hace un trabajo ingenioso
que, conceptualmente, podía haber ido bien en títulos con una
componente de fantasía o cuento como La flauta mágica. En Don
Giovanni aporta poco. La explosión de color se diluye en la
banalidad de la invención por la invención y el asombro
reemplaza a la emoción.
El reparto está desequilibrado. De las mujeres destaca Elena
de la Merced, mientras Mario Vinco compone con meritoria
teatralidad el personaje de Don Giovanni. La dirección de Del
Monaco es convencional. Lo mejor viene del foso. Víctor Pablo
da un paso de gigante en su concepción de la obra. Saca a la
luz las tensiones, acompaña con intencionalidad y obtiene un
sonido agresivo y moderno de la Sinfónica de Galicia.

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