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Por Publicado el: 31/01/2008Categorías: Crítica

Enredo hispano-ruso en Valencia

Temporada del Palau de les Arts
Enredo hispano-ruso
“Esponsales en el monasterio” de Prokofiev. V.Voynarovski, A.Jenis, L.Petrova, A.Durseneva, V.Grivnov, K.Rohrer, V.Matorin, V.Anastasov, V.Ivanov, etc. R.I.Hopkins, estenografía y vestuario. R.Fisher, iluminación. D.Slater, dirección escénica. D.Jurowski, dirección musical. Palau de les arts. Valencia, 30 de enero.
La programación es sin duda un arte. Los títulos no pueden sucederse en un teatro sin más razón que la aleatoria. Tras “La bella y la Bestia” de Philip Glass, con su música muy de hoy y un tanto reiterativa, convenía “aligerar” las cosas y el Palau de les Arts lo ha abordado con inteligencia. Ha acudido a “Los esponsales en el monasterio”, un Prokofiev tardío (1940) cuya partitura chispea tanto como su argumento, una comedia de enredo que tiene su ubicación en Sevilla. Desde luego nadie puede dudar la firma de la música, pues rezuma Prokofiev de la primera a la última nota. El genio ruso da suelta a su ingenio para divertir con las notas tanto como con la escena y no faltan parodias hasta de sí mismo. La lucha con espadas entre don Antonio y don Fernando recuerda un tanto a la muerte de Tebaldo.
Funcionó muy bien la producción y entretuvo e hizo sonreír con frecuencia al público. No podía ser de otra forma viniendo de Glyndeborne. Daniel Slater acentúa escénicamente el carácter, un tanto de “musical”, de la obra, cuidando muchísimo el trabajo actoral. El formidable don Mendoza de Vladimir Mantorin es buen ejemplo de ello. La producción posee una gran virtud adicional: sólo precisa un descanso entre sus cuatro actos con más de dos horas y media de música y los cambios de cuadro resultan de gran fluidez, no perdiéndose ni un minuto en ellos. Todo redunda en una gran agilidad visual, que encuentra adecuada réplica en la animada dirección de Dmitri Jurowski. Posiblemente su hermano Wladimir, quien dirigió en Glyndebourne, habría podido emplear una paleta de colores más contrastada, pero el trabajo es meritorio y de nuevo la Orquesta de la Comunidad Valenciana vuelve a deslumbrar en tutti y solos.
Cumplió el reparto como se debe cumplir en este tipo de obras y producciones, con homogeneidad, nivel medio muy digno y una adecuada combinación escénico-vocal. Gran éxito para una obra del siglo XX prácticamente desconocida para el gran público. Hay que saber acertar al programar. Gonzalo ALONSO

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