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Excepcional gala lírica
Por Publicado el: 02/11/2007Categorías: Crítica

Irina no es Peter ni Martín y Soler es Mozart

«Il Burbero di buon cuore» en el Real
Irina no es Peter ni Martín y Soler es Mozart
«I burbero di buon cuore» de Martín y Soler. E. de la Merced, V.Gens, C.Díaz, S.Pirgu, J.F.Gatell, L.Pisaroni, C.Chausson, J.M.Ramón. N.Ginefri, escenografía. S. Martin-Hyszka, figurinista. V.Cheli, iluminación. I.Brook, dirección escénica. C.Rousset, dirección musical. Teatro Real. Madrid, 1 de noviembre.
Esta coproducción entre el Teatro Real y el Liceo sitúa la acción en nuestra época, en el salón-recepción de un hotel venido a menos, en cuya parte privada mora el «gruñón de buen corazón». No es más que una mera excusa para que Irina Brook intente que pasen cosas que no acaban de pasar. Declaró ella días atrás que para su trabajo había mirado primero a Woody Allen y luego a Chejov. Cuanto menos curioso que también confesase que el cambio sobrevino ya en plenos ensayos. El caso es que uno no acaba de ver ni el genio de Allen, ni el de Chejov, ni el de Goldoni -autor de la comedia en que se basa el libreto de Lorenzo da Ponte-… ni el de Peter Brook, padre de Irina. El resultado no es el que cabría esperar de una ópera cómica y la obra acaba pesando más de lo que debiera. Y es que Irina, justamente abucheada, no es la única culpable, puesto que cuenta con la estimable ayuda de Christophe Rousset, alabado como especialista historicista en la música del XVIII pero frecuentemente un punto por debajo de la inspiración y vivacidad de otros como Minkowsky o Gardiner. Es bueno que la Orquesta Sinfónica de Madrid aborde de vez en cuando este repertorio, pero hay que reconocer que se siente más cómoda en otros. Para darle ese aire «antiguo» que hoy no puede faltar se han cambiado algunos vientos actuales por otros de época.
El reparto vocal funciona pero no se basta solo para animar la representación. Los mejores momentos vienen de las voces de Veronica Gens y, a pesar de alguna destemplanza, Elena de la Merced -su dúo del primer acto reúne belleza- así como de Carlos Chausson, baza segura y casi imprescindible en estas obras.
No es momento para contar las peripecias y disgustos vividos desde hace años por Antonio Moral para ofrecer este Martín y Soler. Se merecía un mejor resultado final. ¿Y la música? Se preguntarán ustedes. Pues muestra sin duda el buen hacer del compositor y contiene algunos momentos de factura especialmente atractiva, así el final del acto primero pero da Ponte seguro que nunca la comparó con las músicas de sus tres Mozart, autor por cierto de dos páginas regaladas a su colega, cuya autoría se nota. Vamos, lo mismo que ahora hacen nuestros compositores, pero tampoco es momento de entrar en detalles. Impresión resumen: demasiadas notas para tan corto argumento y una puesta en escena sin garra. Gonzalo Alonso

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