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Los sudados nibelungos
Los damnificados
Por Publicado el: 20/07/2006Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Jurados

Hay dos jurados que todos tenemos en la cabeza, aunque sólo sea por un par de frases: «An the winner is…» o «These are the votes of the spanish jury». Los Oscars y Eurovisión. Quizá también los Premios Nobel o los Príncipes de Asturias. En la música también nos movemos con muchos jurados, puesto que son numerosos los concursos de todo tipo. Y estos jurados padecen enfermedades crónicas.
Una de las más extendidas y perjudiciales es su composición por intérpretes o profesores del instrumento que se juzga. Suele conducir a intentar colocar a los propios alumnos. Los intercambios son muy prácticos en estos casos: tu convence aquí a los demás de la bondad de mi alumno y yo haré lo propio con uno tuyo cuando nos volvamos a encontrar pasado mañana en otro concurso. Esto lo hacemos muy bien italianos y españoles.
El ser profesionales del mismo instrumento ocasiona a veces serios problemas. Suele valorarse lo que son las propias virtudes. Así un «tecnicazo» tendrá más en cuenta los «dedos» que la expresión. Además a muchos no les agradará encontrarse a un joven que les de «sopas con onda» y lo castigarán. Ha pasado con muchos de los hoy pianistas de primera línea.
Pero, en fin, todas estas limitaciones se podrían tratar más o menos de controlar y hay concursos que lo intentan. Sin embargo hoy día ha surgido un factor adicional y de extraordinaria importancia. Corren tiempos en los que los concursos precisan prestigiarse lanzando solistas con clara proyección futura. Un concurso que en veinte años sea incapaz de contar con tres o cuatro nombres famosos entre sus ganadores tiene un serio problema. Y la mayoría de los veteranos miembros de los jurados carecen de la necesaria «visión comercial» para valorar, además de capacidades virtuosísticas y expresivas, las comunicativas o comerciales. De ahí que las organizaciones hayan de esmerarse por añadir perfiles distintos a aquellos que tradicionalmente han compuesto los jurados. Y la cuestión es de máxima importancia en el caso de su presidente. Él es quien ha de tener muy bien amueblada la cabeza para comprender los nuevos tiempos y ser capaz de transmitírselo a los demás. Los organizadores de concursos musicales han de ponerse al día en todas estas cuestiones.
Gonzalo ALONSO

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