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Por Publicado el: 11/05/2012Categorías: Crítica

La Chulapona mantiene el tipo

Temporada de la Zarzuela
La Chulapona mantiene el tipo
“La Chulapona” de Moreno Torroba. C.González, M.Martín, C.Reina, L.Álvarez, M.Puente, etc. G. Malla, dirección de escena. M.Ortega, dirección musical. Coro del Teatro de la Zarzuela y Orquesta de la Comunidad de Madrid. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 9 de mayo.
El señor Antonio le pasa un espejito a Manuela para que se vea y vea a la mujer que él ama. Milagros Martín es la Chulapona y lo fue cuando se estreno esta producción en 1988, hace nada menos que veinticuatro años. Se merece ser recordada como Chulapona. El tiempo ha pasado bien para ella y también para la producción. Pocas de hace tantos años pueden mirarse hoy sin rubor. Corre bien el acto primero, en el segundo pesan demasiado los tipismos y el tercero funciona todavía de forma espléndida. Gerardo Malla acertó a trasladar al escenario la esencia de la obra que no es sino la vida en la calle madrileña de aquella época de 1934: bodas, toros, café, organilleros, fiesta, canto y baile. Si se quiere todos los tópicos, pero están bien resueltos, salvo en ese segundo acto que hubiera precisado algún retoque. Contó en su día con un excelente equipo: el ya desaparecido Mario Bernedo para escenografía y figurines, Goyo Montero en la coreografía y Eric Teunis en las luces. De ese trabajo común lo más admirable es el ambiente evocador. Miquel Ortega dirige con soltura y entrega, participando en la animada acción. Carmen González también estuvo en el estreno de hace veinticuatro años y quizá algunos otros de los artistas que se alternan en las diferentes funciones componiendo repartos muy dignos.
Pero lo mejor está en la partitura de Moreno Torroba que vuelve a demostrar, como lo hizo en “Luisa Fernanda” la gran profesionalidad que poseía al componer y orquestar, la intuición y algo aún más importante: la inspiración. Sabía perfectamente cómo hacer para llegar al corazón de los espectadores. Basta escuchar el intermedio entre segundo y tercer acto para que cualquier español sienta esta música como algo propio. No es de extrañar que obra y producción hayan cosechado grandes éxitos en todos los países a donde ha viajado. Desde luego el público de la representación que se comenta, con más jóvenes y extranjeros de lo habitual, aplaudió entre escenas y no se levantaba de sus butacas al acabar la función, sino que aplaudía y aplaudía. Gonzalo Alonso

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