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Por Publicado el: 28/03/2014Categorías: Crítica

Los dulces sones del desamor [Femás 2014 / C. Musical de Palacio y C. de Segovia]

Diario de Sevilla, 27-03-2014
Los dulces sones del desamor
Femás 2014. Programa: Obras del Cancionero Musical de Palacio y del Cancionero de Segovia. Soprano: María Cristina Kiehr. Vihuela: Ariel Abramovich. Lugar: Espacio Santa Clara. Fecha: Miércoles, 26 de marzo. Aforo: Dos tercios.

El repertorio español de canciones para voz solista y vihuela es bastante abundante a partir de la publicación del tratado El Maestro de Luis de Milán (1536) y a todo lo largo del siglo XVI, pero, como bien dijo Abramovich en una breve intervención, nada hay para esa formación antes de la mencionada publicación. Como es evidente que el género no nació ex novo de la mano del músico valenciano, resulta lícito e incluso necesario explorar las posibilidades de músicas anteriores. En definitiva, Abramovich y Kiehr no hicieron sino aplicar a los cancioneros castellanos del tránsito del siglo XV al XVI, escritos de forma polifónica, los mismos métodos transcriptivos que Milán, Narváez o Mudarra hiciesen en su tiempo: conservar la voz principal y volcar sobre la tablatura de la vihuela las demás voces.

El resultado es totalmente satisfactorio, sobre todo si se hace con la pericia y el cuidado con el que lo hicieron anoche los dos artistas argentinos. Abramovich estuvo francamente brillante como acompañante, haciendo sonar con claridad las voces, sin emborronar el discurso melódico y dialogando con la voz de manera íntima. No tan brillante estuvo en las piezas a solo, de línea algo entrecortada y poco clara, salvo en la pieza de Peñalosa en la que alcanzó una versión muy cuidadosa y bien hilada.

Kiehr empezó con ciertas dificultades para colocar la voz con brillo en la zona central, pero pronto consiguió desplegar toda una enorme gama de sutilidades y de matizaciones, con ataques limpios y un paso al agudo realmente delicioso. El magistral uso de los reguladores le permitió explayarse a placer en el fraseo y en la intencionalidad. Andrés Moreno Mengíbar

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