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Por Publicado el: 26/03/2012Categorías: Crítica

Plácido Domingo debuta en “Thais”: La fuerza del divo

Plácido Domingo debuta en “Thais”
La fuerza del divo
Malin Byström, Plácido Domingo, Paolo Fanale, Gianluca Buratto, Aldo Heo , Micaëla Oeste, Marina Rodríguez-Cusí, María José Suárez , Orquestra de la Comunitat Valenciana y Cor de la Generalitat Valenciana. Dirección musical: Patrick Fournillier. Dirección de escena: Nicola Raab. Palau de les Arts. Valencia. 25 de marzo.
El Palau de les Arts iniciaba con “Thais” (1894) de Massenet el tour de force de Plácido Domingo en la casa, a lo largo del cual canta en esta obra y dirigirá funciones de “Tosca” y “”El Cid”. Es además su debut en el papel de Athanaël, que en meses repetirá en Sevilla. Él es lo más importante del título programado para el público asistente, como quedó patente desde los aplausos tras su primera intervención. “Thais” (1894) posee pocos fragmentos conocidos -la “Meditación” o “el aria del espejo”- y responde más al Massenet de “Esclarmonde” o “Herodiade” que al de “Manon” o “Werther”, pero se deja ver y escuchar gratamente si se presenta con la calidad con la que lo hace el Palau. La puesta en escena, proveniente de la Ópera de Göteborg, reúne atractivo visual y resuelve acertadamente los problemas que presentan algunos episodios. Así la célebre meditación, con el recuerdo de la protagonista a su vida pasada o su ascenso, un tanto kitch, a los cielos. Posee colorido, muy en rojos y dorados, la gran virtud de un permanente movimiento escénico que hace muy llevadero y rápido el cambio de cuadros y, sobre todo, el espectador no tiene que interpretar nada de cuanto sucede. El coro cumple bien y la orquesta sigue siendo un prodigio a pesar de las deserciones que se están produciendo. Patrick Fournillier dirigió con efectividad y atención al detalle, saboreando la riqueza melódica de la partitura. Cosechó muchísimos aplausos en sus entradas al foso y especialmente tras la comentada meditación, en donde el primer violín cumplió pero sin alcanzar las calidades de algún otro compañero anterior en el mismo atril.
La ópera lleva por título el nombre de la soprano y ella es sobre el papel la protagonista. Malin Byström proviene de las frialdades suecas y ello se deja ver en algún que otro momento en el que sería deseable un mayor dominio de la finura francesa, pero es soprano lírica con voz generosa de amplia proyección y muy adecuada presencia. Quizá llegase al final algo cansada y de ahí un par de destemplanzas en la zona aguda. El tenor Paolo Fanale, de gusto pero corta potencia, fue un Nicias adecuado al Athanaël del reparto, por cuanto dos tenores podían suponer un problema de falta de contraste. ¿Qué decir de Plácido Domingo? Ante todo reconocer su gran personalidad y categoría artística, ambas impolutas como también el fiato, que resulta admirable y mucho más considerando su edad. Que no haya jamás un temblor, que el timbre siga siendo de oro, es realmente un milagro y se agradece poder escuchar un maestro con esa inteligencia, el saber decir y, en definitiva, su clase. Uno entiende que, estando ya lejos “Manon Lescaut” u “Otello”, quiera proseguir carrera en papeles baritonales, pero lo que nunca va a poder hacer es cantarlos con el color para el que fueron pensados y escritos. Él sigue siendo un tenor, y hace bien, aunque cante de barítono. No estamos ante una cuestión de notas, pues Athanaël encaja en sus registros, sino de una oscuridad tímbrica sin la que no se puede hacer total justicia al personaje. Otra aspecto más cuestionable viene del dominio de la parte. Para transmitir todo cuanto encierra un papel como este intolerante, fanático y controvertido sacerdote es preciso conocerlo a fondo, tener notas y texto totalmente asimilados a fin de evitar esas excesivas cautelas que, cuando una cosa que está cogida con alfileres, impiden que uno de lo mejor de sí mismo. No creo que Plácido estuviese despreocupado y, aunque no necesita consejos, debería intentar disfrutar él mismo más de estos papeles que quiere cantar, preparándolos con tiempo y no como para competir con Fernando Alonso. Por lo demás, Plácido sigue siendo Plácido. Él y todos sus compañeros se alzaron con uno de los mayores éxitos presenciados en el Palau de les Arts. Gonzalo Alonso

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