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Por Publicado el: 11/09/2022Categorías: Discos, DVD's y libros

Recomendación: «Secret Love Letters» Lisa Batiashvili

«Secret Love Letters» Lisa Batiashvili

FRANCK: Sonata para violín y piano. SZYMANOWSKI: Concierto para violín nº 1. CHAUSSON: Poema. DEBUSSY: Beau Soir. Lisa Batiashvili, violín; Georgi Gigashvili, piano. Orquesta de Filadelfia. Dir. (piano en Debussy) : Yannick Nézet-Séguin. D.G. 

Lisa Batiashvili

 

De vez en cuando, se hace la luz

Llevo escritas unas cuantas críticas de discos, como es posible que algunos sepan. Y seguramente la mayor parte de los que hayan decidido sufrir aun una parte de ellas se habrán dado cuenta de que siempre he procurado dar bastante importancia a la parte práctica del asunto: si el disco tiene interés o no, y eso, en principio, con independencia de la calidad de las interpretaciones: el disco siempre fue ‘otra cosa’. Hay discos, o por mejor decir, ha habido discos (muchos, en la época que se  grababa en modo churrero), que siendo buenos eran perfectamente inútiles, por no aportar nada por unas razones u otras. Ahora es distinto. Hemos de estar muy atentos a lo poco que se graba, pues sigue habiendo discos memos, pero, cuando aparece uno que realmente merece la pena hay que celebrarlo con mayo ahínco, porque no abundan precisamente las ocasiones para ello, y no siempre por los intérpretes, que como siempre los hay, y muy buenos. La gente sigue escuchando música y asistiendo a las salas de concierto. Lo que ha muerto es la industria discográfica. Sencillamente porque ha dejado de ser un negocio con muchísimos beneficios. Los discos han estado en manos durante algunas décadas de auténticos oligarcas del sonido, de empresas multinacionales que han ganado miles de millones. En cuanto se ha democratizado la escucha (léase Internet) se ha ido todo al garete. Nos queda solo, por consiguiente, estar atentos, por si ocurre algo nuevo, algo que no sea repetir los usos y estilos de las épocas doradas. Y así, la nueva situación comercial del disco ayuda a que recibamos los buenos registros como un premio, un regalo por nuestra  paciencia para no haber mandado ya a hacer gárgaras todo y ‘pasar’ del asunto encerrándonos en las salas de concierto.

Y sí. Surge de vez en cuando la música bien hecha; la grabación con repertorio interesante; el (o la) artista que tiene cosas que decir. Lisa Batiashvili y Yannick Nézet-Séguin pertenecen a esa casta, a ese grupo de intérpretes jóvenes consagrados que nos mantiene la moral a raya, sorprendiéndonos de vez en cuando con auténticas creaciones. En este caso, la primera con una parte solista de la Sonata para violín y piano de César Franck; y ella misma, con el segundo a la batuta, con una increíble versión del Concierto para violín y orquesta nº 1 de Karol Zzymanowski. 

La interpretación de la sonata de Franck podría situarse al lado de las grandes interpretaciones históricas de la obra, por más que se puedan apreciar matices de calidad entre el violín y el piano. Se trata de una interesante visión,  pues a la maravillosa calidez y carácter que Batiashvili insufla a las cuerdas de su instrumento, la volcánica respuesta de su acompañante, Georgi Gigashvilli es excelente. Gigashvilli es  un joven pianista de 22 años formado en la Fundación Lisa Batiashvili al que su “jefa” (que le dobla en edad) le ha brindado una oportunidad que  ha aprovechado muy bien, pues aunque a veces se nota que no es un solista del todo formado, toca con un convencimiento y pasión encomiables. Muy diferente es el resultado que consigue Batiashvili, un trazado repleto de detalles de gran solista y una idea global de la obra que la sitúa al lado de los más grandes, cuando no abiertamente por encima. Destacan la madurez de su toque, perfecto; la elocuencia del discurso, la riqueza de ideas, un maravilloso sonido y la compacidad y unidad que despliega sobre la partitura, no se olvide una pieza de extraordinaria complejidad estructural que casi siempre sucumbe ante la propia adversidad de su dificultad y la enorme exigencia en el entendimiento.

El comportamiento de la violinista georgiana en la obra de Szymanowski está  igualmente  ajustado al carácter de la obra, encendiendo ahora un fuego constante, desplegando  una potencia sonora portentosa y exhibiendo una técnica prodigiosa como base de una solidez altamente sinfónica. Pero quizá la gran estrella de la versión sea Yannick Nézet-Seguin, cuya dirección orquestal eleva la obra al cielo, superando claramente la hasta ahora referencia discográfica de la pieza, no otra que las dos versiones que legó un tal Pierre Boulez (con Christian Tetzlaff y Frank Peter Zimmermann). Es una versión extrema, como lo es la propia música, hecha a zarpazos, pero bajo un control total de los medios. La Orquesta de Filadelfia, por otro lado, ruge en similares términos. Está claro que el reclamo principal del disco es la sonata de Franck, pero la obra que debería rezar en portada en primer lugar es sin duda este concierto, que además debe ser reivindicado como la típica obra maestra absoluta que muy pocos conocen.   

El disco se completa con una estupenda versión del Poema de Chausson y una anécdota llamada Beau Soir, de Debussy, una transcripción para piano que no toca el “protegido” de Batiashvili sino el propio Nézet-Séguin. Pedro González Mira

                                                                                                      

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