Riccardo Muti: “Mozart es una de las pruebas de la existencia de Dios”
Palabra de Riccardo Muti. Cuando el último gran representante de la estirpe de los mejores directores de orquesta, nacidos en el siglo XX, habla, suele hacerlo con la autoridad de quien puede permitirse decir aquello que muchos no ignoran, pero suelen callar por temor, prudencia o desidia. En estos días, el maestro napolitano ha regresado a su bello país, donde ha concedido una de sus escasas entrevistas a Il corriere della sera, uno de los principales medios europeos. Todo lo que afirma tiene lógico interés. Aquí va un resumen.

Riccardo Muti
Hace cuatro años, cuando se disponía a soplar sus ochenta primeras velas, Riccardo Muti declaró que esperaba evitarse pronto “la decadencia de la cultura italiana y el descuido de la tradición musical”. La parca le ha respetado desde entonces, pero los motivos de su disgusto se mantienen: “La decadencia y el descuido permanecen. Téngase en cuenta que ninguna de las grandes instituciones musicales italianas recordará los doscientos años de la muerte de Salieri”, observa.
Cuando estaba aún al frente de la Scala de Milán, el maestro de Molfetta decidió que, para la reinauguración de su edificio, en 2004, el teatro milanés acogiera varias representaciones de L’Europa riconosciuta, de Antonio Salieri. Ahora, en cambio, nadie parece dispuesto a celebrar ya “a un grandísimo, que simplemente tuvo la desgracia de ser contemporáneo del más grande músico que la humanidad haya tenido jamás: Wolfgang Amadeus Mozart”.
Muti no lo duda ni por un instante: “Cuando le preguntaron a Rossini quién era el más grande, contestó: Beethoven. ‘¿Y Mozart…?’ ‘Mozart -respondió Rossini- se encuentra más allá de cualquier clasificación’”. Para el director honorífico de la Sinfónica de Chicago, “Mozart es una de las pruebas de la existencia de Dios. Cualquiera empalidece antes su presencia”.
Sobre las teorías que han impulsado la creencia común acerca de los celos que su genialidad suscitó en Salieri, Muti también lo tiene claro: “Estupideces. Habladurías que ya circulaban en Viena de la época, concluidas en un pequeño escrito de Pushkin y retomadas en la película de Milos Forman, que convierte a Salieri en el envenenador de Mozart”.
Acerca de Amadeus, Muti opina que “es un filme técnicamente bien hecho, que sin embargo ha difundido la leyenda negra sobre el cuento de Salieri, y ha terminado por difamar a Mozart, transformado en un bufón”. El autor de Las bodas de Figaro sabía cultivar el humor, “pero a diferencia de lo que se ve en la película no se reía de un modo histérico, como un loco. Era un hombre de alta inteligencia y profunda espiritualidad”.
A su lado, también “Salieri resulta fundamental en la historia de la música”. Según Muti, “fue el último italiano que sirvió como maestro en la corte de los Hasburgo. Profesor de artistas de inmenso prestigio como Beethoven, Schubert, Meyerbeer, Listz…. Escribió durante su vida cuarenta óperas. La reina María Teresa le comisionó a él la ópera de apertura del nuevo teatro de Milán. Título: L’Europa riconosciuta. Después se dedicó a la música sacra, y escribió cien obras. De él mismo dijo: ‘No sé si le interesará al mundo, pero la música sacra que he escrito está dedicada a Dios y a mi emperador’”.

Muti en La Scala
Para Muti, Salieri era un artista “animado de dos elementos fundamentales: la devoción y la humildad. Un modo de escribir aparentemente simple; pero la simplicidad sirve para subrayar la adherencia del sonido al servicio de la palabra dedicada a Dios. Su estilo sacro corresponde al primer Haydn. Salieri era una figura importantísima, arruinada primero por Pushkin y después por el filme de Forman”.
El director mantiene incluso la tesis de que Salieri ayudó a la familia de Mozart. Existen documentos en la biblioteca de Viena del Musikverein que así lo testimonian. En particular, socorrió a un hijo de Amadeus que se dedicó a la música, aunque sin la herencia incorporada al talento”. Y más allá: “Salieri fue el que más comprendió la grandeza de Mozart, aparte de ser un gran pedagogo y moralista de la música. En una carta, que fotocopié y colgué en mi oficina de la Sinfónica de Chicago, recomendaba a los músicos y cantantes abstenerse de hacer música ‘de manera lánguida y melindrosa’. Era muy severo en lo que se refería al fraseo musical”.
Parece que la prescripción de Salieri no se sigue muy al pie de la letra en estos tiempos. “Hoy estaría furioso. Por eso he lanzado un llamamiento a los coros de toda Italia, a los que me gustaría enseñar a cantar sin melindres ni languideces. El leitmov de esta llamada es ‘cantare amantis est’”. “Cantar es propio de quien ama”, traducido al castellano, “palabras de San Agustín”.
“Por suerte tenemos ahora un Papa agustiniano, que seguramente conoce esta otra frase del santo: ‘Bis orat qui cantat’, el que canta reza dos veces. A principios de junio tendré en Ravenna a más de tres mil personas de toda Italia, que vendrán a ser guiados en la interpretación de tres coros de Verdi, de Nabucco, I Lombardi y Macbeth”.
A Riccardo Muti, el nombramiento del Papa León le ha complacido “muchísimo”. “Me ha hecho pensar bien en el retorno de la música sacra a la iglesia”, porque durante la etapa de Bergoglio “los conciertos en el Vaticano prácticamente desaparecieron. Los últimos fueron con Benedicto XVI. No se ha hecho nada por recuperar la gran música sacra del renacimiento y gregoriana en las iglesias, donde aún reinan soberanos los aporreadores y textos vergonzantes”.
Para el maestro, las misas con guitarras son inaceptables. “¡Por caridad! No creo ser el único fiel que en la iglesia prefería escuchar Palestrina, Monteverdi, Luca Marenzio, Gesualdo da Venosa… Y el canto gregoriano. No es solo falta de fe, es falta de espiritualidad. Los grandes santos de la cristiandad iban al martirio cantando, no rasgando”.
El director opina que “el declive de la música en la iglesia representa uno de los aspectos de un fenómeno más amplio. En Occidente, ya desde hace decenios, existe un hundimiento de lo sagrado. Espero que el Papa León pueda implementar este concepto de san Agustín en las iglesias: ‘cantar es propio de quien ama’”. “Con él espero una iglesia más espiritual, que traiga nuevas vocaciones. Espero un Papa que porte la paz. Ha nacido en Chicago, ciudad a la que amo y donde dirijo la orquesta, y tiene un abuelo piamontés. Pero no digo más, en Italia todos somos vaticanistas. Dejémosle trabajar en paz”.
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