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Vela del Campo en Busseto
Sobre vetos
Por Publicado el: 03/10/2008Categorías: Cartas

Soluciones para el Auditorio

Estimado Beckmesser:

La verdad es que uno no da crédito a lo que está sucediendo en el Auditorio Nacional. Así como el Teatro Real nunca ha gozado de plena estabilidad desde su reapertura, los primeros 18 años del Auditorio han transcurrido de manera razonablemente estable más allá de los lógicos problemas de un lugar tan politizado: roces de la Dirección con la OCNE o mano férrea e intransigencia de aquélla entre otros. Pero el edificio, en definitiva, funcionaba, era rentable económicamente y, algo sintomático, casi nunca era noticia.

Sin embargo, con la llegada del tándem Molina-Marset al Ministerio de Cultura el cúmulo de despropósitos acaecidos en tiempo récord en ese centro supera la peor pesadilla. A saber: creación de un innecesario Consejo Artístico así como de una Dirección Artística igual de innecesaria, proliferación de nuevos cargos a cual más inútil, constantes cambios en la Gerencia, veto a Promoconcert, una web desastrosa según la cual en el mes de marzo de 2009 no se celebrará ¡ni un solo concierto!…y la lista podría continuar. Y es que con la pentacefalia actual (Dirección Artística de Auditorio y OCNE, Gerencia de Auditorio y OCNE, además de la Dirección de producción del inefable Jesús Clavero) el Auditorio se ha convertido en una jaula de grillos y en un centro cultural absolutamente ingobernable.

Puesto que la situación actual es difícilmente empeorable, me voy a permitir sugerir algunas medidas que yo tomaría:

1. Disolución del Consejo Artístico. En muy poco tiempo se ha revelado como la ocurrencia más inútil que haya podido tener el INAEM, habiendo sido utilizado únicamente como coartada o parapeto por el director artístico para cometer sus desmanes.

2. Separación de la Dirección Musical de la Artística en lo que concierne a la OCNE.

3. Unificación en una sola persona de los cargos de director artístico de la OCNE y de director del propio Auditorio, con el fin de unificar criterios de gestión, artísticos, laborales, etc…y evitar la absurda duplicidad de cargos existente actualmente (2 gerentes, 2 administradores, 2 relaciones públicas, 2 departamentos de prensa,…) De tal manera que la producción propia del Auditorio consistiría en la temporada de abono de la OCNE complementada con otros ciclos como pueden ser cámara, órgano, ciclo coral, etc. y eventualmente conciertos extraordinarios de la OCNE u otra agrupación organizados por el Auditorio individualmente o en colaboración con otros promotores.

4. Creación de una Subdirección para labores de carácter técnico y administrativo enteramente subordinada a la Dirección, quien en todo caso tendría siempre la última palabra sobre cualquier cuestión.

5. Optimización de fechas y horarios, evitando en la medida de lo posible conciertos entre semana a las 22:30 y habilitando los meses de julio (al menos la primera quincena) y septiembre. ¿Cómo se puede entender que la principal sala de conciertos del país permanezca inactiva prácticamente 100 días consecutivos?

6. Plena autonomía del Auditorio respecto del INAEM, absteniéndose éste de interferir en cuestiones artísticas. Y, ni que decir tiene, libertad total en la programación de los diferentes promotores privados, sin imponer cuotas ridículas ni vetos de ningún tipo.

Todas estas medidas están pensadas con el fin primordial de aligerar el, a todas luces, excesivo número de cargos que, lejos de mejorar el funcionamiento del centro lo único que provocan es una acumulación excesiva de funcionarios, luchas internas entre ellos y un mal ambiente que acaba perjudicando a los trabajadores, artistas y público. Por otro lado que el máximo responsable de la OCNE lo sea también del Auditorio sería lo más natural, habida cuenta de que la OCNE ha tenido el Auditorio como sede desde su inauguración.

En cualquier caso, se apliquen estas medidas u otras una cosa está muy clara a la vista de lo sucedido en estos meses: cualquier futuro de normalidad y buena gestión del Auditorio Nacional pasa por que Marset, López López y Clavero sigan el camino emprendido por el gerente Caracuel, es decir, el camino de la dimisión.

Un saludo, P.

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