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EN CLAVE OPERÍSTICA
Por Publicado el: 23/06/2011Categorías: Crítica

Un Fidelio para el recuerdo

Temporada del Palau de les Arts
Un «Fidelio» para el recuerdo
«Fidelio» de Beethoven. J. Wilson, J. Kaufmann, S. Milling, R. Lloyd, Y. Nikitin, S. Trattnigg, K. Ebner. Pier’Alli, dirección de escena. Z. Mehta, dirección musical. Cor de la Generalitat Valenciana y Orquesta de la Comunitat Valenciana. Palau de les Arts. Valencia, 22 de junio.
Pocas representaciones son capaces de incorporarse a la memoria musical de quien lleva cuarenta años presenciando una tras otra, pero este «Fidelio» valenciano es una de ellas. Se trata de una reposición de 2006, por tanto de los inicios del teatro. Entonces Calatrava aún no lo había terminado del todo y no pudo ofrecerás en su diseño completo. Ahora ya se ha podido ver detalles como los prisioneros salíendo al patio de la prisión desde el suelo de la misma y, fundamentalmente, los numerosos efectos proyectados funcionan a la perfección. Una produción estéticamente elegante, en la que apenas sucede nada, pero que enmarca perfectamente la partitura. Para que una función quede en la memoria no sólo ha de contar con un reparto redondo, sino que ha de pasar algo más. Ese toque lo aportó directa e indirectamente Jonas Kaufmann. Él era la estrella de la noche en su única función, pero su presencia supuso una inyección de competitividad en todos sus compañeros, que debieron pensar: «¡Aquí también estoy yo!» y vaya que lo estuvieron. Impresionante el tenor desde su nota inicial “Gott”, emitida en piano para agrandarse en impactante messa di voce. Su timbre, muy personal, oscuro y atractivo, penetra por todos los rincones del teatro. Modélico el decir, muy propio de un liderista. Él y Jenifer Wilson cantaron muy acoplados su dúo. Ella ofreció un Fidelio que superó la complicada tesitura con pleno dominio de agudos y fortes. Otra cosa es que su físico no de la imagen del personaje. Formidable Stephen Milling, tan bien como en día Salminen, y casi en la misma línea el Don Fernando de Robert Lloyd, el valiente Pizarro de Yevgueni Nikitin, la corpórea Mercelina de Sandra Trattnigg o el decidido Joaquino de Karl-Michael Ebner.
Pero, por encima de todo ello, estuvieron coro, orquesta y director. Mehta tuvo uno de esas noches en las que se entrega y pone emoción. Que una Leonora III obligue a levantar por dos veces a los músicos en medio de un acto no se presencia todos los días. Soberbiamente tocada y con profundidad. Admirable también el coro en su importante cometido. Una función de las que un teatro puede mostrar con orgullo. Y, a cuento, un consejo para los nuevos responsables culturales y económicos de la Generalitat: tienen un coro magnífico y la mejor orquesta de España. Hoy no llega su plantilla a los sesenta profesores, trabajan mucho y la tentación de algunos de ellos es mudar a sitios más tranquilos y mejor remunerados comparativamente. Esa tentación hay que eliminaría, porque la orquesta no se puede echar a perder. Por cierto, por el teatro deambulaban Mehta, Domingo, Pretre, Kaufmann… ¡Casi cómo si el Festival del Mediterraneo fuese Salzburgo!
Gonzalo Alonso
Twitter: @gonzaloalonsor
Facebook: http://www.facebook.com/goalri

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