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MEMORABLE MAHLER DE ESCHENBACH
Un Fidelio para el recuerdo
Por Publicado el: 25/06/2011Categorías: Crítica

Un Felipe II veinteañero en la Maestranza

Temporada de la Maestranza
Un Felipe II veinteañero
«Don Carlo» de Verdi. I. Orlov, K. Chanev, A. Ódena, D. Ulianov, F. Cedolins, D. Zajick, etc. Real Orquesta de Sevilla y Coro de la A.A. de la Maestranza. G. del Monaco, dirección escénica. P. Halffter, dirección musical. Teatro de la Maestranza. Sevilla, 24 de junio.

«He llegado dispuesto a echarte de la producción, pero tu decides si te vas o te quedas. Si te quieres quedar tendrás que envejecer treinta años en diez días», le espetó Giancarlo del Monaco al veinteañero bajo ruso -ni una palabra de italiano, triunfador en la última Operalia- que por primera vez en su vida cantaba una ópera entera y, nada menos que el emblemático papel de Felipe II. Decidió intentarlo y, tras ensayos y dos horas de maquillaje previo a cada representación, llegó a parecer el rey. Este es el trabajo de un auténtico maestro de la escena y del Monaco lo es. La historicista producción, con lujoso vestuario de Jesús Ruiz y compartida por tres teatros a razón de ciento cincuenta mil euros, tuvo más ensayos que en Bilbao y salió redonda, aunque no sea uno de los mejores trabajos del italiano. El inmenso Cristo desnudo, inspirado en el de Cellini del Escorial, el Inquisidor flagelado o el mismo asesinato del infante a manos de su padre vinieron a resaltar aspectos de una Leyenda Negra enmarcada por bronces de Leoni y pinturas de Vasari.

Hace cincuenta años había que trabajar tiempo como asistente de maestros consagrados antes de lograr una titularidad. Durante ese periodo, los jóvenes se desfogaban en el repertorio. Las cosas no funcionan ya así ahora. Se saltan todos los pasos, de forma que un director aprende las obras «en directo», sufriendolas tanto él como artistas y público. Halffter no tiene la culpa de que los tiempos sean estos y, seamos realistas, si su primer Verdi tuviese la coherencia, la seguridad y, en definitiva, la calidad del Verdi de un experimentado Muti, él no sería Pedro Halffter sino SuperKarajan resucitado. En su versión hay momentos acertados, como algunos finales en punta, y otros discutibles. Fundamentalmente ha de reflexionar sobre el color verdiano y los tempos, bastante arbitrarios. Como ha sucedido con todos los buenos directores, y el madrileño tiene talento, su lectura madurará y en diez años profundizará el juego de tensiones. Cumplieron con corrección orquesta y coro, éste muy trabajado escénicamente.

El citado Ievgen Orlov posee una auténtica voz de bajo dramático y una espléndida carrera por delante si se lo propone. Dmitri Ulianov le dio buena réplica como Gran Inquisidor en un muy sólido dúo de bajos. Angel Ódena se superó así mismo en un Rodrigo de nobleza. Fiorenza Cedolins supo transmitir la fragilidad de Isabel, con una preciosa «Tu che la vanitá» a pesar de su carácter excesivamente central para la voz de la siempre artista soprano. Jamen Chanev, de línea canora por depurar, aportó valentía en el registro alto y con Dolora Zajick sucedió lo de siempre cuando en este título hay una mezo con voz y arrestos: que se lleva el gato al agua con «O don fatale», y ello a pesar de que su «Canción del velo» fue difícilmente superable. Al público se le pasaron volando las cuatro horas y respondió con vítores a todos, muy especialmente a Zajick y Halffter.
Gonzalo Alonso
Twitter: @gonzaloalonsor

Facebook: http://www.facebook.com/goalri

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