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Por Publicado el: 20/04/2015Categorías: Crítica

“La Fida Ninfa”, Vivaldi justamente recuperado

Ciclo Universo Barroco

Un Vivaldi justamente recuperado

“La Fida Ninfa” de Vivaldi. R.Invernizzi, M.Espada, R.Basso, F.Gottwald, C.Mena, T.Lehtipuu, I.Arróniz, L.Tittoto. La Cetra Barockorchester Basel. A.Marcon, director. Auditorio Nacional. Madrid, 19 de abril 2015

Nuevo éxito del CNDM con su ciclo “Universo Barroco”, alcanzando una entrada muy respetable a pesar de ofrecerse una obra de tres horas a las seis de la tarde de un domingo. El público empezó algo frío, los primeros aplausos tras un aria los arrancó María Espada, pero el calor fue subiendo y tras el descanso fue norma el aplauso después de cada aria. Buena parte de ello se debió a la mayor implicación en la obra del director Andrea Marcon y a que la audiencia se acostumbró a no pedir peras al olmo y conformarse con las voces que éste había elegido para la ocasión. Voces todas ellas cumplidoras pero en varios de los casos sin especial atractivo, pudiendo más gusto y musicalidad que la calidad intrínseca de la materia vocal.

Hay mucho que cantar en la partitura que Vivaldi estrenó en Verona en 1732 tras no pocas peripecias y con la que esta ciudad reabrió por enésima vez aquel Teatro Filarmónico, el mismo el mismo en el que Marilyn Horne deslumbró con la recuperación del también vivaldiano “Orlando furioso” en 1978 junto a Pizzi y Scimone. Un libreto infumable, confuso, y tres horas de música con una treintena de arias, mayoritariamente breves y alguna de ellas bellísimas, dúos, un cuarteto, una página coral y un final tempestuoso, con el ruido de la tormenta en el mar casi apagando a los cantantes. La variedad en el canto, con pasajes muy líricos frente a otros de exhibición de coloraturas, y también en los acompañamientos, de la que una muestra puede ser el festivo “Cento donzelle” de la contralto. La sopranos María Espada y Roberta Invernizzi supieron defender bien las partes con los medios disponibles, mejor en los pasajes más líricos que en aquellos de complicadas agilidades. La contralto, más bien mezzo, Franziska Gottwald cumplió sin brillo especial a causa de su limitado volumen y Ramina Basso resultó un lujo en un papel que bien podría haber sido doblado. Rotundo el bajo Luca Tittolo y correctos el tenor Topi Lehtipuu y el barítono Ismael Arróniz. En el reparto sobresalió sin duda la calidad de Carlos Mena, de timbre atractivo aun siendo contratenor y de ejemplar musicalidad.

Se escuchó la obra en el mismo Auditorio Nacional en 2008, pero valía la pena volverla a programar entera, como vale la pena acudir a la grabación de Spinosi. Gonzalo Alonso

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