Aficionar a la música (II)
Aficionar a la música (II)
Hace unos días, tras constatar que el público de la música clásica se compone ya casi predominantemente de gente con dificultades motoras, se planteaba Gonzalo Alonso en estas mismas páginas cómo hacer que se incorpore público joven a sus conciertos y espectáculos. Concluía que esa tarea es responsabilidad de programadores y directores artísticos (con frecuencia inexpertos, o con intereses oscuros), y también culpa de algunos directores de escena (no todos), que con la Regietheater pervierten las obras originales, buscando la notoriedad, y a veces el escándalo. “Es hora -concluía- de que reenfoquemos las cosas si queremos que la música no desaparezca, empezando por las escuelas”.

Norman Lebrecht
Dejando a un lado esto de las escuelas, que requiere capítulo aparte, hay que decir que el de la muerte de la música clásica (no el de la música, claro está, que goza de excelente salud) es un debate antiguo, emparentado con el del fin de la novela o el de la muerte del Arte. Recuerden, sin ir más lejos, aquellos libros de Norman Lebrecht de finales de los ‘90, ¿Quién mató a la música clásica? y El mito del maestro. Se quiera o no, todo esto remite a la sospecha de nihilismo y decadencia cultural europea.
A bote pronto, y por poner ejemplos de ahora mismo, viene a la cabeza el de la Universidad de Cardiff, en Gales, cancelando por recortes presupuestarios varios títulos universitarios, entre ellos el de Música; o el del director de escena Robert Carsen declarando públicamente que “en el gremio nos preguntamos cuánto le queda a la ópera”, o el de la Sinfónica de Pittsburgh, confirmando un déficit de siete millones de dólares en su presupuesto por la caída de asistencia a sus conciertos.
O el último libro de Jorge Volpi, el celebrado y muy recomendable Ficciones, un repaso a los logros de la Cultura Occidental desde el presupuesto del título. En él, tras dedicar amplio espacio al nacimiento y difusión de la ópera, Volpi sólo cita dos obras musicales de la segunda mitad del siglo XX (4:33 de Cage y otra obra de, vaya, un compositor latinoamericano) como merecedoras de figurar en su cronología final, dedicada a relacionar las obras artísticas que en opinión del autor conforman hoy el canon cultural.
Pero bah, a qué cabrearse con las malas noticias cuando podemos abreviar y saltar directamente a las buenas, que también las hay, y que prueban cómo este debate, que da para una larga y sabrosa discusión, contiene no una, sino múltiples esquinas, algunas en sombra pero también otras bien iluminadas por el recto deseo y una incólume esperanza en el futuro.
Y podemos empezar por el mismo Lebrecht, que a pesar de la muerte de la música clásica, ha publicado en español (Alianza Música), sólo el año pasado, un libro sobre Beethoven y antes otro sobre Mahler. Y podemos seguir felicitando a la Universidad de Cardiff, que aunque con objetivos revisados y un número menor de alumnos, ha rectificado su decisión de suprimir el Grado de Música debido “al clamor público y al apoyo de músicos destacados”.
Y lo mejor, algo capaz de compensar el disgusto de los músicos de Pittsburgh, y desde luego de los músicos españoles, para el final: en reportaje publicado en Scherzo (“La música no es lo que era”, marzo 2025), Mario Muñoz Carrasco nos informa de que en nuestro país, según los últimos estudios estadísticos, “sólo un 2,6 % de la población acudía a la ópera regularmente en la temporada 2010/2011.
Durante 2024, la cifra creció hasta el 3,9%, un incremento del cincuenta por ciento respecto a los datos de hace quince años. Por su parte, los conciertos de música clásica aumentaron un más moderado 25%. Dicho de otra forma (y contra la creencia habitual), el público es más joven y acude en mayor número a los conciertos”.
No se trata de abrir el cava y encender neones Etsy mientras brindamos contemplando las estrellas, pero da gusto constatarlo. ¿No les parece?
La música docta es eterna porque es mucho más compleja, sabia, artística, y por ende, única (como el oro) que la música popular. Hoy a hay cientos de miles de grandes compositores de música docta vivos: H.G. Haas, Lera Auerbach, H. Lachenmann, Kurtag, U. Chin, Caroline Shaw, Ferneyhough, Reich, Part, R. Saunders, O. Neuwirth, Golijov, A. Thorvaldsdottir, Gabriella Smith, Murail, La Monte Young, Héctor Parra, Elena Mendoza, E. Fabregas, Tan Dun, Missy Mazzoli, P. Glass, J. Widmann, T. Ades, Carter Pann, Strassnoy, B. Ferreyra, G. Benjamin, Sciarrino, Billone, Furrer, Steen-Andersen, A. Nante, etc., etc, etc.
Saludos!!