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Por Publicado el: 28/01/2023Categorías: En vivo

Crítica: Nancy Fabiola Herrera, Joel Prieto y Jaime Martín con la OCNE

El puente de los franceses

Obras de Ravel y Falla. Nancy Fabiola Herrera (mezzosoprano), Joel Prieto (tenor), María Toledo (cantaora) y Juan Manuel Cañizares (guitarra). Orquesta y Coro Nacionales de España. Dirección del CNE: Miguel Ángel García Cañamero. Dirección musical: Jaime Martín. Auditorio Nacional, 22 de enero

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Herrera, Martín, Prieto, Orquesta y Coro Nacionales de España (c) OCNE

La vuelta en el nuevo año de la Orquesta y Coro Nacionales de España traía de la mano un programa sugerente que viajaba entre Francia y España en una época en la que las concomitancias entre ambos estilos eran tan evidentes que más que influencia francesa en la música española se podía hablar de sucursal o de puente aéreo. Escuchar al Albéniz de Evocación o al Falla de Noche en los Jardines de España es tanto un viaje a las afueras (de España) como al centro de nuestra raíz identitataria, desmenuzada magistralmente por esa generación privilegiada de compositores españoles en la frontera y primer tercio del siglo XX. De hecho, Falla escribía a Zuloaga en el invierno de 1923 aquel resumen artístico tan honesto como demoledor: «Para cuanto se refiere a mi oficio, mi patria es París. De no ser por París […] yo hubiera tenido que abandonar la composición».

Arrancaba el concierto con la hermosa, falsamente sencilla Ma mère l’Oye, “Mi madre, la Oca”, de Maurice Ravel. La génesis creativa de la obra, que habla de infancias reales (los hijos de la Familia Godebski, con los que convivió Ravel un verano) y no de infancias imaginadas, permite que la simplicidad se abra paso como un principio constructivo y no como una limitación. Sigue siendo una demostración apabullante de capacidad tímbrica la manera en la que Ravel orquesta algo que en un principio era una obra accesible para piano a cuatro manos. Jaime Martín hizo un trabajo notable a la hora de dotar de colores y evocaciones a la orquesta, trabajando desde la Pavana una atmósfera ensoñadora a base de control dinámico, balance y gusto en la elaboración del sonido en el viento-madera. El tercer movimiento, el de la emperatriz de las pagodas, se llenó de un lirismo contenido con la fantástica intevención de flautín y flauta. Arrolladores los acordes finales sin caer en el exceso y con todo el respeto debido por parte de la ONE al juego de armónicos propuesto por Ravel.

Para la segunda parte quedaba La vida breve en versión de concierto, una obra querida (con algo de retraso) y no solo por su famosa danza. Falla mezcla verismos, wagnerianismos y puro flamenco para dar salida al dramático texto de Fernández Shaw. En esta ocasión, la Salud de Nancy Fabiola Herrera fue cantada con todo el mimo y el drama debido, con una voz que cuidó mucho el registro central y el control de la emisión. Buena contrapartida de Joel Prieto y del cuadro flamenco (María Toledo al cante y Cañizares al toque). Por su parte Jaime Martín centró su lectura en la riqueza rítmica y ese grado extra de intensidad y entusiasmo que siempre sabe sacar a las orquestas que dirige. Buenas intervenciones de orquesta, coro y sus solistas para un concierto muy celebrado. Y es que la música de Falla, aun en sus inicios, es de otro mundo. Mario Muñoz Carrasco

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