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Por Publicado el: 19/06/2023Categorías: En vivo

Critica: Todos y casi cada uno… Fin temporada Orquesta de Valencia

Todos y casi cada uno… Fin temporada Orquesta de Valencia

ORQUESTRA DE VALÈNCIA. Víkingur Ólafsson (piano). Alexander Liebreich (director). Programa: Obras de Dusapin, Mozart y Lutosławski. Lu­gar: València,  Palau de les Arts (Auditori). Entrada: Alrededor de 1.200 personas. Fecha: Jueves, 15 junio 2023.

Alexander Liebreich y Pascal Dusapin

Final brillante y de luminoso futuro. La Orquestra de València ha concluido su temporada de abono con un programa que abrazaba músicas diversas y de altas exigencias expresivas y técnicas. Guiados por su titular, el bávaro Alexander Liebreich (Ratisbona, 1968), sus músicos cuajaron una versión valiente, luminosa, inspirada y de cuidada calidad instrumental del Concierto para orquesta de Witold Lutosławski, obra que ya interpretaron en marzo de 2008 con Yaron Traub, y luego, en febrero de 2019, bajo la dirección del suizo Baldur Brönnimann. Esta muy crecida versión, en la que se lucieron y todos y casi cada uno de los profesores de la formación valenciana, llegó redondeada con el estreno en España de Reverso, del francés Pascal Dusapin, y el Concierto para piano en do menor, número 24, de Mozart. Como solista extraño, personal e inclasificable, el islandés Víkingur Ólafsson (Reikiavik, 1984).

Lutosławski compone entre 1950 y 1954 su Concierto para orquesta desde la admiración a la obra maestra de Béla Bartók, compuesta apenas una década antes, en 1943. Tres movimientos de acuerdo a una estructura cuya convencionalidad queda limitada a su forma tripartita, con un último movimiento que -como hiciera Brahms en su Cuarta sinfonía– recurre a la antigua forma de la passacaglia, que sin renunciar a un lenguaje novedoso y personal, se siente teñida de arcaicas resonancias y sugestiones. Liebreich, maestro efectivo e inspirador, abierto siempre a cualquier gran música, se volcó en una visión de perspicaces horizontes, leal a la letra y a la inconfundible manera creativa de quien fue y es uno de los nombres grandes de la música del siglo XX y de todos los siglos. 

Pascal Dusapin (1955) recogió presencialmente el aplauso cálido del público valenciano tras la interpretación de Reverso, página de grandes proporciones, cuyos cerca de veinte minutos configuran el sexto y penúltimo título del ciclo Siete solos para orquesta, que el actual compositor en residencia de la Orquestra de València escribe entre 1992 y 2009. A diferencia de Uncut -interpretada por la OV y Liebreich el pasado mes de noviembre-, aquí una densa y meliflua mole sonora flota en un espacio indeterminado, casi sin rumbo, extasiada en sí misma, en sonoridades amorfas que no parecen conducir a nada. Un mundo cerrado pero sin límites, que desemboca en un silencioso e inesperado largo final que quizá constituya el momento más iluminado y fascinante de estos pentagramas ensimismados y tan recreados en sí mismos.

Vikingur Ólafsson, solista del Concierto para piano número 24 de Mozart,  es pianista singular de gestualidad incontenible. Su versión extraña estuvo nimbada con un toque esquizofrénico que no sienta nada bien a la música pura del salzburgués. Los pianísimos, que rozan el almíbar, son sugerentes y hermosos, pero también huecos, mientras que los fuertes -generalmente fortísimos-, escapan de la horquilla mozartiana para salirse de estilo y forma. En tan desproporcionada gana dinámica, infinidad de registros y maneras, de deslavazadas gradaciones, algo que, más que significar riqueza de ideas y detalles, acaba conformando en un cuidado caos estilístico, pero de texturas irreconciliables que finalmente desconfiguran cualquier línea estilística o expresiva.

Este Mozart raro e incierto, beneficiado por el fino acompañamiento de Liebreich, prendió en el público que casi completó el aforo del Auditori del Palau de les Arts y regaló al solista una viva y muy mayoritaria ovación. Ólafsson habló entonces al público con palabras tópicas, en las que cantó y contó lo contento que estaba de venir “por primera vez” a València y su ilusión por volver pronto. El público, claro, encantado de la vida.

De propina, anunció y tocó una transcripción pianística del Andante de la Cuarta sonata para órgano de Bach, firmada por August Stradal. La lenta introducción se emplazó en el paraíso, pero luego, pronto, en el desarrollo, las amplias sonoridades organísticas se antojaron más próximas a Rajmáninov que a Bach el Cantor. Y más y más aplausos. Fueron los últimos de una temporada que cierra el exilio de la Orquestra de València en el Palau de Les Arts. En octubre, la orquesta volverá a casa, al vecino Palau de la Música, remozado y puesto al día tras cuatro años cerrado a los melómanos. Justo Romero

Publicado en el diario Levante el 17 de junio de 2023.

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