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Por Publicado el: 10/06/2023Categorías: En vivo

Critica: Tosca en el Maestranza con palmas y pitos. Los dos repartos

Tosca en el Maestranza: palmas y pitos y los dos repartos

Intérpretes: Yolanda Auyanet, Vincenzo Costanzo, Ángel Ódena, David Lagares, Enric Martínez-Castignani, Albert Casals, Alejandro López, Julio Ramíerez, Hugo Bolívar. Coro de la Asociación de Amigos del Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Dirección de escena: Rafael R. Villalobos. Dirección musical: Gianluca Marcianò. 8 de junio de 2023.

 

¡”Ya está aquí la Tosca de Rafael R. Villalobos!” Así anunciaba en las redes sociales el Teatro de la Maestranza su último espectáculo de la temporada. No la de Puccini, sino la de Villalobos, para que nadie se llevara a engaño. Aún así, se escucharon al principio del acto segundo gritos de “Esto no es Tosca” e incluso hubo quien se salió y pidió el libro de reclamaciones. Claro que el primero que debería haberlo pedido hace ya tiempo, desde que se estrenó esta producción, es el propio Puccini, porque allí estaba su música, sí, pero no su imprescindible complemento teatral. Y es que estamos ante una de las óperas más puramente teatrales, desde su música hasta sus acotaciones escénicas. Y en el Maestranza, como antes en otros teatros, no hubo teatro. No había correspondencia entre lo que los personajes decían y lo que ocurría en la escena, con situaciones ridículas como que la tortura de Mario se haga a la vista de Tosca, con lo que se pierde toda la angustia que la protagonista siente ante la incertidumbre de lo que le estará ocurriendo a su amado. Y así tantas otras escenas.

La superposición Mario-Pasolini no funciona ni con calzador, porque por más que se fuerce el paralelismo, Mario no muere por ser artista ni por ser simpatizante de las ideas revolucionarias. No es un héroe de la libertad de expresión, sino el peón que el lúbrico Scarpia se come para alcanzar a la reina. Y esto es lo peor de esta elucubración de Rafael Rodríguez Villalobos: demasiada ideología y poco teatro. Como es habitual en él, sobrecarga tanto el espectáculo de planos discursivos (el artista como peligro social, el abuso del poder de la Iglesia, la homosexualidad, la pederastia…) y de ruido escénico (el continuo ir y venir de la escenografía giratoria, el omnipresente Pasolini, las referencias cinematográficas, las pinturas) que el espectador se siente perdido. Y de ahí los pitidos, abucheos y gritos en medio y al final de la representación. Primera vez, por cierto, que en treinta años se abuchea un espectáculo en el Maestranza, cuyo público suele aplaudir sin reservas lo que le echen.

A quien no se abucheó como lo hubiesen hecho en Italia fue a Vincenzo Costanzo, una voz a todas luces imposible para este y casi que para cualquier personaje operístico. Voz ingrata de escuchar, abierta, trasera, sin apoyo en la zona de paso, donde suena estrangulada. Emite a base de empujar, sin elegancia en el fraseo y con una escandalosa tendencia a quedarse por debajo del tono en muchas ocasiones. Junto a él tuvo a una Yolanda Auyanet que intentó acercar el personaje a su voz actual, más lírica de lo que Floria Tosca demanda. El maestro tuvo que controlar las dinámicas más allá de lo recomendable durante el dueto del primer acto para no cubrirla porque se la oía poco. No fue, pues la Tosca aguerrida y fiera, sino una Tosca frágil, algo sobreactuada en el tercer acto (responsabilidad de Villalobos, suponemos), pero que en el Visi d’arte tuvo su mejor momento. Cerrando el triángulo fatal, un Ángel Ódena cómodo con su personaje en el primer acto gracias a su voz contundente y ruda, sobrada de volumen, pero a quien el fraseo más conversacional del segundo le pasó factura por su incapacidad para regular y utilizar los colores como herramienta expresiva. Y, de entre los demás personajes, cabe destacar la estupenda voz y la buena actuación de David Lagares como Angelotti y el buen hacer teatral (lo vocal estuvo en plano inferior) de Enric Martínez-Castignani. Los demás sólo discretos. Fue buena idea, puestos a que el coro no estuviese en escena durante el Te Deum, situarlo en la galería técnica superior del teatro, creando así un sonido envolvente muy atractivo añadido a su magnífica prestación. Gianluca Marcianò llevó con garra a la orquesta cuando las voces no le exigían echar el freno, aunque sus tempos fueron más bien lentos, con momentos sin tensión como un final del segundo acto que no parecía terminar nunca. Andrés Moreno Mengíbar

Tosca en Sevilla (2º reparto)

Tres voces que anulan la escena

Vanessa Goikoetxea

Ya sin la falsa polémica sobre la supuesta homofobia del público sevillano aventada por cierto entorno afín al director de escena de esta producción, lanzando una cortina de humo sobre los verdaderos fallos de concepto, las funciones del segundo reparto (13 y 16 de junio) se desarrollaron no ya con normalidad, sino con entusiasmo desbordado por parte de los asistentes (y sin abucheos). Y la razón era muy simple: allí había verdaderas voces y verdadero canto pucciniano. Es extraño que se haya relegado a sólo dos funciones en un reparto tipo B al que debería de haber sido, por méritos propios, el A. Vanessa Goikoetxea fue una Tosca visceral, apasionada, desgarrada cuando era menester, delicada y frágil cuando correspondía. Voz espléndida por timbre y espesor, de auténtica spinto, con técnica de proyección irreprochable que le permitía llenar con suficiencia todo el espacio de la sala merced  unos agudos como relámpagos. Todo ello, sumado a un fraseo cuidado al máximo, con una espectacular exhibición de reguladores y de acentuaciones, la llevó a  convertirse en la triunfadora absoluta remachada por una actuación sobresaliente en lo actoral. Su segundo acto queda para el recuerdo del Maestranza por su amplia paleta de expresiones, desde la furia de sus reproches a Scarpia hasta la fragilidad de “Vissi d’arte”. Mario Chang fue el otro claro triunfador. Voz amplia, llena, caudalosa, de bellos perfiles tornasolados, enérgica, con sólido apoyo y con fraseo lleno de pasión. Sus agudos estallaron de forma fulminante en un largo “La vita mi costase!” y, sobre todo, en “Vittoria!”, para rematar con un “E lucevan le stelle” delicado, lleno de recovecos expresivos. Dario Solari, para rematar el trío triunfal de este reparto, no tendrá el punch sonoro de Ódena, pero a cambio lo supera en capacidad de matizar el sonido, de utilizar los colores de la voz como recurso expresivo, de apianar y de desplegar una línea de canto conversacional extraordinaria. La conjunción de estos tres cantantes hizo que en el segundo acto hasta nos olvidásemos de los sinsentidos de la escena en esos mismos momentos. Lo que ya es mucho. Andrés Moreno Mengíbar

4 Comments

  1. Manuel Caballero García. Artista pintor. 13/06/2023 a las 18:48 - Responder

    Así es como la «cultureta» moderna destroza EL ARTE. Con mucho engreimiento y catetez. El público hizo muy bien al abuchear esta lamentable puesta en escena. Menos mal que, advertido por verdaderos aficionados, no asistí a ninguna de las representaciones. Otros se abstuvieron igual que yo. Espero que la dirección del teatro tome nota de lo que procede o no. Y los responsables ideológicos no se consideren «mártires» de un público «municipal y espeso». Son victimas de su estúpido orgullo «artístico». AMEN.

  2. Nano 15/06/2023 a las 22:52 - Responder

    Efectivamente, podemos ver una corrida de toros donde soltamos a un tigre para que devore al cornudo. Una burla para Puccini!

  3. ramon rodriguez 18/06/2023 a las 10:45 - Responder

    Puccini se habrá revuelto en su tumba. Todo fue una burda manipulación para colar al degenerado Passolini y la homosexualidad como fuera y punto. La provocación como intento de arte.
    ¡Absolutamente penoso!

    • JMES 21/06/2023 a las 10:03 - Responder

      Comentarios como el suyo son los que alimentan la reacción desmedida de la gente woke, de acuerdo André Moreno, las protestas, incluyendo la mía, no tienen nada que ver con un sentimiento homófobo, son la expresión de desagrado ante un montaje absurdo y provocador. Si RRV ha querido provocar, lo ha conseguido.

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