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Por Publicado el: 06/07/2009Categorías: Crítica

LA CULPA LA TUVO PÉREZ REVERTE

LA CULPA LA TUVO PÉREZ REVERTE
Festival Internacional de Granada
Música árabe, sefardita y cristiana. Lachrimae Consort, Paris. Rachid Ben Abdelsam, contratenor. Director: Philippe Foulon. Hospital Real, Granada, 5 de julio de 2009.
Bueno, la culpa, la causa, la tuvieron, sí, el novelista Arturo Pérez Reverte, pero también el gran compositor francés Philippe Sardé. Que un conjunto de música antigua haya nacido para el cine es poco usual, pero Sardé se encontró en 1994 con el encargo de escribir la música para la película de Jim McBride “La tabla de Flandes”, basada en la novela de 1990 del literato español, y llegó a la conclusión de que necesitaba un ‘ensemble’ con un instrumentario peculiar y en parte insólito. Así nació Lachrimae Consort, organizado y dirigido por el violagambista –como Jordi Savall- Philippe Foulon. El mismo 1994 Sardé volvió a requerir los servicios del conjunto para la banda sonora de “La hija de d’Artagnan”, la espléndida, y poco valorada, película de Bertrand Tavernier.
En estos quince años, Lachrimae Consort ha incrementado sus medios técnicos, recuperando instrumentos como la “viola d’Orphée” o el violonchelo “all’inglese”, instrumento este último favorecido por Vivaldi. La actuación del conjunto en el ciclo “La música en tiempos de la expulsión de los moriscos” de este Granada 2009 ha sido un acontecimiento, con una densa sesión matinal de casi 100 minutos en el crucero del Hospital Real. Actuó junto a los solistas instrumentales el contratenor marroquí Rachid Ben Abdelsam, de canto preciso, exquisito en ocasiones y dotado de significativa bis dramática. Escuchar a un árabe entonar canciones sefarditas no dejaba de ser un encomiable ejemplo práctico de “alianza de civilizaciones”. Algunas páginas gozaron de extraordinaria realización, como el “Para quién crié yo cabellos” de Cabezón en el solo de la organista Ener Buckley –pese al ataque de un inmisericorde móvil que insistía en recordar el tiempo presente-, el canto sefardí “Una matica de ruda” o el “Ya man lahou” atribuido a Ziryab (Abu l-Hasan Ali ibn Nafi), el gran músico-poeta del califato de Córdoba. Una sesión tan hermosa como infrecuente era el origen remoto de la misma.José Luis Pérez de Arteaga

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