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Por Publicado el: 09/03/2018Categorías: Recomendación

Recomendación: «Rinaldo», ópera en concierto; sí, gracias

Ópera en concierto: sí, gracias

Cuando Hendel llega a Londres en 1710  no es ningún desconocido allí, y por supuesto menos en su Alemania natal. Tampoco en Nápoles, Roma o Florencia, donde había volcado las experiencias obtenidas en la Ópera de Hamburgo, antes de viajar a las tierras de Monteverdi. En Italia conoce  a influyentes figuras del mundo político y musical que le ayudan a ir desplegando sus ambiciones, desde luego nada tímidas. Lo hace componiendo más de un centenar de piezas vocales de distinta índole y una ópera triunfadora: Agrippina. Su primera ópera londinense, Rinaldo, es una continuación estilística, y de alguna manera el más importante anuncio de su talento dramático. Haendel así lo percibió, y se embarcó en una aventura que le duraría años: la de poner orden en el superficial  patio operístico de la ciudad del Támesis (a pesar de los esfuerzos de Purcell), un lugar poblado por la gran gente del teatro, pero que en ópera no tenía –todavía- mucho que decir. Haendel dedicó esta primera ópera para la gran metrópoli isleña a la reina Ana, dejando claras varias cosas: la primera que no salía de la pluma de un alemán ni de un italiano, sino de un de uno ´de vuestros súbditos´, asegurando en la dedicatoria que ´la ópera inglesa gana en esplendor a su madre, la italiana´ (por más que muchos materiales de la obra se los trajera Haendel de Italia, ya compuestos y bien compuestos). Rinaldo, pues, es más cosas, además de una maravillosa música; es también un brillante inicio de una brillantísima carrera dramática.

No importa que la lógica interna de la obra brille por su ausencia, dada la hiperinflación de materiales no escritos propiamente para ella; lo que resulta realmente milagroso es cómo Haendel consigue tanta verdad musical partiendo de un corta y pega al borde de la falta de escrúpulos profesionales. Los libretistas hicieron lo que pudieron, pero no pudieron mucho, porque era imposible trabajar al ritmo que imponía el músico. Seguramente, y con toda justicia, todas estas cosas encierran muchas razones para que hoy nos interese más escuchar una versión de concierto que someternos a arduas explicaciones teatrales de lo que no tiene explicación por parte del director de escena de turno.

Universo Barroco es un ciclo del CNDM que se esfuerza en ello. Y a mi entender con mucho fundamento. Uno percibe que determinados esfuerzos –y, además, económicos- no tienen mucho sentido en los tiempos que corren. Estoy seguro que más de uno pensará que soy un loco al afirmar tales cosas, pero es lo que pienso: es mejor centrarse solo en la música de determinadas óperas, y dejar los esfuerzos para obras que tengan, digamos, otro contenido escénico. Esta semana, y como viene siendo habitual en el Ciclo, se cuenta con un grupo instrumental y unos solistas de más que suficiente solvencia para  poder disfrutar de lo que sin duda más interesa de determinados títulos haendelianos: su arrolladora, fantástica y maravillosa música. Pedro González Mira

HAENDEL: Rinaldo. Iestyn Davier, contratenor; Jane Archibald, Armida, soprano; Sasha Cooke, mezzosoprano; Joélle Harvey, soprano; Jakub Orlinsky,contratenor; Luca Pisaroni, bajo-barítono; Owen Willetts, contratenor. Te English Concert. Dir.: Harry Bicket. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Domingo, 11, 18.00. Entre 15 y 40 €.

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