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Por Publicado el: 13/09/2007Categorías: Diálogos de besugos

Opiniones encontradas sobre el homenaje a Rostropovich

Empieza el curso, continúan las diferencias de opinión entre críticos y de pronto aparece nuevos con planteamiientos peregrinos. lean las críticas al homenaje a Rostropovich madrileño de Gonzalo alonso en La Razón y de Peru Egurbide en El País.
EL PAÍS – Cultura – 13-09-2007. PERU EGURBIDE
Recordando al maestro
Cuatro grandes solistas, algunos de los más brillantes músicos de origen ruso en activo, se turnaron anoche en el escenario del Teatro Real para dar un concierto excepcional. Hubiera bastado la presencia aislada de cualquiera de ellos para justificar un programa normal, pero la ocasión pedía otra cosa: se trataba de rendir homenaje a la memoria de Mstislav Rostropóvich, fallecido hace cinco meses. El concierto, organizado por Juventudes Musicales, fue presidido por los Reyes, los príncipes de Asturias y los duques de Lugo. Mijaíl Rudy, Mischa Maisky y Yuri Bashment encabezaron el plantel de solistas, en el que el joven Sergéi Krilov sustituyó a Maxim Vengerov, un crack indiscutible del violín que había sido anunciado en un primer momento. Rudy es un gran virtuoso del piano, que debutó en Occidente junto a Rostropóvich e Isaac Stern con el Triple Concierto de Beethoven en 1979. Maisky fue discípulo del homenajeado y su más señalado sucesor en el arte del violonchelo. Yuri Bashment, una eminencia con la viola, colaboró también con el maestro. Ver actuar juntos a estos artistas es totalmente inusual, salvo a los tres primeros cuando hacen música de cámara junto al violinista lituano Gidon Kremer. Pero no como solistas de concierto.

El plato fuerte de la velada era sobre el papel el Concierto número 1 de Chaikovski, caballo de batalla de los grandes pianistas y del propio Rudy. Pero al ruso afincado en Francia le costó ayer encontrar su color y las frases justas en el magnífico tejido orquestal que le ofreció la Sinfónica de Madrid, dirigida por Jesús López Cobos. Quedó de su interpretación sobre todo el recuerdo de sus potentísimas octavas y la delicadeza de algunos pasajes líricos, que prolongó, a modo de propina, con una versión más preciosista que emotiva del Nocturno en re mayor, opus 27, de Chopin.

La música creció mucho en la segunda parte con la Sinfonía Concertante en mi bemol de Mozart, la única incursión de la noche fuera del territorio romántico. Krilov y Bashment, como solistas, matizaron y dieron sonidos bellísimos a la partitura, siempre con el apoyo del gran estilo marcado por López Cobos. El público se puso en pie para aplaudirles.

Las grandes emociones llegaron, sin embargo, de la mano de Mischa Maisky, lo que no resulta extraño dado el carácter del homenaje. Con el aria de Lenski de la ópera de Chaikovski, Eugene Oneguin, vino a demostrar en la práctica el dicho de que el violonchelo es el instrumento más próximo a la voz humana. Cerró con Kol Nidrei, la canción de la fiesta judía del Yom Kipur, orquestada por Max Bruch, un músico que, mientras no se demuestre contrario, era alemán y protestante. Fue una pieza favorita de Pau Casals, «el mayor violonchelista de la historia», según dijo Rostropovich en un video proyectado al inicio del concierto.

LA RAZÓN, Gonzalo Alonso
Juventudes musicales
En recuerdo de Rostrpovich
Obras de Shostakovich, Chaikovski, Mozart, Bruch y Prokofiev. M.Rudy, M.Vengerov, Y.Bashmet, M.Maisky. Orquesta Sinfónica de Madrid. J.L.Cobos, director. Teatro Real. Madrid, 12 de septiembre.
En las principales capitales del mundo con las que Mstislav Rostropovich tuvo contacto más frecuente se han promovido homenajes a la figura del extraordinario maestro fallecido en abril. Madrid no podía ser menos. La relación de Rostropovich con la capital española ha sido larga en el tiempo y numerosa en las citas, tanto en su faceta de director como en la mucho más sustancial de chelista. Una de las organizaciones a las que Slava estuvo más vinculado fue Juventudes Musicales, por lo que era de esperar que Isabel Falabella le dedicase uno de sus conciertos de la nueva temporada. Así ha sido, reuniendo para ello a cuatro solistas de renombre internacional de los que habitualmente figuran en sus programas: el pianista Mikhail Rudy, el viola Youri Bashmet, el violinista Maxim Vengerov y el chelista Mischa Maisky. Y, naturalmente, tampoco podía faltar la presencia de la familia real española, tan estrechamente unida a Rostropovich. Los Reyes, acompañados por los duques de Lugo.
Cerrado el Auditorio Nacional –y también sin dirección- para acometer obras de adaptación a las exigencias de las ordenanzas de seguridad, la actividad sinfónica madrileña se ha trasladado a otras salas. El teatro Real, donde la Sinfónica de Madrid tiene su sede, ha acogido el presente homenaje, que ha contado con obras de Shsotakovich y Prokofiev abriendo y cerrando el concierto como correspondía, no en vano ambos autores dedicaron a Rostropovich partituras como los conciertos para chelo o la “Sinfonía concertante”. De la misma forma podrían haber figurado piezas de Britten, Bernstein, Schnittke, Khachaturian o Piazzolla, pero a los dos rusos les acompañaron Moazrt, Bruch y Chaikovski.
Tras la “Obertura festiva” sonó una muy aceptable versión de Rudy del “Primer concierto para piano” del último autor citado, pero la temperatura musical habría de subir cuando, ya en la segunda parte, Bashmet y Vengerov abordaron la “Sinfonía concertante2 de Mozart y la de la sala al interpretar Maisky el aria de Lensky de “Eugene Oneguin” y la adaptación que realizara Bruch al “Kol Nidrei” hebreo.
Gonzalo Alonso

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