Se retransmitía «Parsifal» por Radio Clásica. Algunos oyentes desconectaron temporalmente, quizá por quehaceres quizá porque Philip Jordan no les acababa de convencer, pero volvieron ya comenzado el tercer acto. Algunos, de afinados oídos, no se creían lo que escuchaban. ¿Qué había pasado? ¿Plácido Domingo había sustituido de pronto al tenor o el tenor se dedicaba a imitar gloriosamente a Domingo? La solución vino al acabar la obra sin un aplauso. No era la retransmisión, porque la señal había fallado, sino la grabación de Levine a la que la emisora recurrió sin previo aviso. Y entones echaron de menos otros tiempos.