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Por Publicado el: 10/03/2024Categorías: Sin categoría

Critica: Concierto Día de la mujer, más allá de la misoginia

Concierto Día de la mujer: más allá de la misoginia

TEMPORADA 2023-2024 PALAU DE LA MÚSICA. Concierto Día Internacional de la Mujer. Orquestra de València. Beatriz Fernández Aucejo (directora). Alexandra Dovgan (piano). Programa: Obras de Farrenc, Schumann, Artigas y Prokófiev. Lu­gar: Palau de la Música (Sala Iturbi). Entrada: Alrededor de 1,100 personas. Fecha: Jueves, 7 marzo 2024

TEMPORADA 2023-2024 PALAU DE LA MÚSICA. Concierto Día Internacional de la Mujer. Orquestra de València. Beatriz Fernández Aucejo (directora). Alexandra Dovgan (piano). Programa: Obras de Farrenc, Schumann, Artigas y Prokófiev. Lu­gar: Palau de la Música (Sala Iturbi). Entrada: Alrededor de 1,100 personas. Fecha: Jueves, 7 marzo 2024

Beatriz Fernández Aucejo y Alexandra Dovgan

Acude el crítico algo inquieto cada vez que tiene que opinar y escribir acerca de un concierto protagonizado por féminas. Más aún si se trata de directoras de orquesta. En cuanto hay pero o peros, llega ipso facto el dedo acusador: “¡Misógino!”. Por fortuna, no es el caso, ya que pocos “peros” caben tanto a la directora de este concierto conmemorativo del imprescindible Día Internacional de la Mujer, la paiportina Beatriz Fernández Aucejo, como a las dos compositoras representadas en el programa, la francesa Louise Farrenc, y la valenciana Ángeles López Artigas, quien, lozana como una rosa a sus ochenta y bastantes años, recogió desde su  butaca el aplauso y afecto de todos tras interpretarse El Mar, penúltimo de los siete fragmentos de Los inmortales, la colección que compone a la sombra e inspiración de Vicente Aleixandre, y estrenó la propia Orquestra de València, en su versión orquestal -el original es para piano- con Manuel Galduf, el 16 de diciembre de 1994..

Titular durante fructíferos años de la Orquesta Filarmónica de la Universitat de València y con una creciente y activa carrera -la semana pasada, sin ir más lejos, dirigió la Orquesta Nacional-, Fernández Aucejo es una de las batutas (y “batutos”) más destacadas de su generación. En el podio destila pulso, dominio, estilo, intención, personalidad y evidente talento. También asoma su mirada puesta en la música y en las músicas de su tiempo. Solo armada en estas cualidades puede materializarse una obra de tanto compromiso y exigencia como la Séptima sinfonía de Prokófiev, palabras mayores con las que quiso cerrar el bien hilvanado  programa.

Recuerda Nieves Pascual en las notas al programa que la Séptima sinfonía fue la última obra que Prokófiev escuchó en una sala de conciertos, apenas cinco meses antes de su muerte, en 1953, el mismo día de Stalin. Pieza singular, en la que el compositor “sofoca todos los elementos de exageración y excentricidad que habían marcado el inicio de su carrera”, en palabras de Jachaturián recogidas por Pascual, Fernández Aucejo recogió y reveló esa pluralidad de sensaciones encontradas y maneras que habitan en la postrera sinfonía. Obtuvo una respuesta correcta y entregada de una Orquestra de València que dejó entrever sus mejores y menos mejores perfiles. Trompas y trompetas no tuvieron su mejor día. Tampoco una cuerda en la que había que pulir y repulir.

Mayor empaque lució la formación municipal en una limpia y transparente lectura de la muy poco escuchada Obertura en Mi bemol mayor, de la decimonónica compositora francesa Loise Farrenc (1804-1875). La obertura, nacida en 1834 a la sombra de Beethoven pero con el oído puesto en los patrones más italianizantes y rancios del París de la época, se escuchó en una vibrante y estilizada versión,  con timbales propios de su tiempo y sección de cuerdas bastante más pulida que luego en Prokófiev. En medio, el Concierto para piano de Schumann, con la joven rusa Alexandra Dovgan como solista. Pianismo correcto, cuidadosamente fraseado y pulido, que mengua en las dinámicas más tenues, en las que el sonido adelgaza y pierde fuelle y proyección. Admira tocar así a los 17 años, pero el Concierto de Schumann requiere -técnica y artísticamente- hechuras más ambiciosas y cuajadas. El vals de Chopin que tocó de propina se antojó más acorde al momento de esta joven pupila del gran Sokolov, quien dice de ella que “no es una niña-prodigio, sino un prodigio a secas”. Si lo dice el prodigioso Sokolov, será… Justo Romero.

Publicado en el diario Levante el 9 de marzo de 2024

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