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Barenboim a ritmo de vals
Por Publicado el: 16/01/2009Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

De costes

De costes
Hemos cerrado el año con el PIB sumergido, aprobando con déficit presupuestos de todo tipo, con el personal sin un duro en el bolsillo y con las administraciones públicas desparramando sin control el dinero que no tienen y endeudando hasta la eternidad a los ciudadanos presentes y futuros. No es raro que las instituciones musicales también estén pasándolas canutas. Mientras el Liceo ha logrado fondos extras bajo apartados de inversiones u otros conceptos subterfugio, el Real mantiene congeladas las aportaciones públicas y confía en la iniciativa privada para no incurrir en mayor déficit del previsto, el Palau de les Arts vive con angustia la caída de patrocinadores y la reducción en 5 millones de euros de los fondos de la Generalitat. Malos tiempos para la lírica.
Por eso es cada día más necesario que los gestores tengan muy claro el concepto de “coste”, porque las cosas no son simplemente lo que parecen. Así, igual que todos sabemos que una orquesta no cuesta sólo lo que salarialmente perciben sus profesores, quizá resulte más complicado saber los costes reales de otras partidas, por ejemplo que un nuevo director artístico cuesta mucho más que su sueldo. Hay que pagar el equipo que incorpore con él, despidos o arrinconamientos para aquellos de quienes no precise, el déficit de taquilla que puede acarrear una filosofía poco popular, en su caso las indemnizaciones por cancelación de contratos o cartas de compromiso firmados por su predecesor y que no le satisfagan, los derechos de autor de un repertorio no exento de ellos, etc.
La complejidad de las instituciones musicales en medio de un entorno económico asfixiante muestran cada vez más a las claras la necesidad imperiosa de que los máximos gestores sean auténticos profesionales y no los amigos del político de turno. Y, para llegar a tal conclusión, no hacen falta códigos de buenas prácticas, sino sentido común y ganas de aplicarlo.



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