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Por Publicado el: 18/09/2018Categorías: Entrevistas

Entrevista con Gustavo Gimeno: “La Sinfónica de Toronto es una orquesta inteligente y ambiciosa”

GUSTAVO GIMENO: “La Sinfónica de Toronto es una orquesta inteligente y ambiciosa”

Justo Romero

Gustavo Gimeno (Valencia, 1976) acaba de ser designado director titular de la Sinfónica de Toronto, una orquesta de primer rango, fundada en 1922 y a la que el director español llega tras trabajar con las mejores orquestas mundiales (Concertgebouw, Chicago, Boston, Cleveland, Filarmónica de Múnich, Leipzig, Dresde, Berlín, Philharmonia de Londres, Los Ángeles, Marinski…). El nombramiento, hecho público en la tarde de ayer en la capital canadiense, se hará efectivo en la temporada 2020-2021 y prevé una duración de cinco años. Gimeno, que accede así a un podio de prestigio que ha sido titularizado por maestros como Walter Susskind, Seiji Ozawa, Karel Ančerl, Jukka-Pekka Saraste o Andrew Davis, compatibilizará su nuevo puesto en Toronto con su actual posición de director musical de la Filarmónica de Luxemburgo y con su activa carrera internacional. Con este nombramiento, el maestro español consolida su prestigio a ambos lados del Atlántico y se establece como el más universal director español junto con Ataúlfo Argenta, Frühbeck de Burgos, Jesús López Cobos y Juanjo Mena.

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Gustavo Gimeno

– ¿Podría definir a la Orquesta Sinfónica de Toronto?

– Es una orquesta típicamente norteamericana desde el punto de vista institucional. Musicalmente inteligente, con cultura, con un sonido cultivado, donde prima el colectivo. Muy profesional. Ambiciosa y abierta mentalmente.

¿Cuáles son las razones por las que acaba de ser nombrado su director titular?

– Pienso que mi nombramiento tiene que ver con el deseo de iniciar una nueva fase, de crecimiento conjunto en varias direcciones, tanto musicalmente como institucionalmente, con alguien que represente la multiculturalidad y la actividad cultural de la ciudad y que se implique en el trabajo a varios niveles. Que atraiga apoyos y consiga unificar ideas y objetivos de futuro. Lo intentaré…

– Después de Enrique Jordá (Sinfónica de San Francisco), Jesús López Cobos (Cincinnati), Frühbeck de Burgos (Montreal) y de su viejo paisano José Iturbi (Rochester), es el primer director español en asumir la titularidad de una de las grandes orquestas norteamericanas. ¿Marca estatus o responsabilidad trabajar a ambos lados del Atlántico?

– Yo trabajo a menudo y muy a gusto en Norteamérica. Creo que en efecto, ser Director Musical de una orquesta en el continente americano proporciona mayor visibilidad, y sin duda se trata de un puesto de responsabilidad… No solamente musical, sino también  a nivel institucional, como embajadores de una ciudad fascinante, de una cultura, de un país como Canadá en este caso,  y que presta un servicio a su gente a través de una gran diversidad de conciertos y actividades educativas.

– Tiene contrato con la Filarmónica de Luxemburgo hasta junio de 2022. ¿Cómo piensa compatibilizar su trabajo en Europa con su nueva responsabilidad en Toronto? Le imagino malviviendo en aviones y aeropuertos.

– Obviamente el grueso de mi actividad lo absorberán las dos orquestas de las que seré director musical, lo cual, al ser en dos continentes diferentes, evitará un conflicto de intereses directo, y espero, que más bien al contrario, suponga un periodo enriquecedor para mí y para ambas instituciones. Por tanto mi trabajo como director invitado se reducirá al mínimo al menos durante unos años. Y sí, muchos aviones, pero no creo que más de los que ya tomo actualmente. Y, en el fondo, es un lujo más que un malvivir… [Risas]

– ¿Existe un sonido sinfónico distintivo de las orquestas norteamericanas, que las distinga de las europeas?

-¡No! Lo considero un falso mito… Le daré un ejemplo: si comparamos el sonido de una orquesta parisiense con una de la antigua Alemania del Este, hablamos de dos “mundos” diferentes. Asimismo, si comparamos el sonido de dos orquestas estadounidenses como las de Cleveland y Chicago, de nuevo hablamos de dos culturas de sonido muy muy diferentes… Ya conoce lo que se decía en tiempos de Charles Munch: “La mejor orquesta francesa es la Sinfónica de Boston”.  Ahora bien: el común denominador de las orquestas americanas en una solvencia técnica media de muy buen nivel y de actitud muy profesional.

– ¿Cultivará los mismos repertorios en ambas orquestas, o los adecuará a las características particulares de cada una de ellas y a los gustos de sus respetivos públicos?

-En parte sí, es parte ineludible de la historia de la música. Pero hay matices…en ambos casos he estudiado qué repertorio ha sido abordado por mis respectivos predecesores y espero hacer hincapié en aquellos compositores que han recibido menos atención. A su vez, y como usted bien dice, son públicos diferentes y contextos diferentes. Y es algo que, evidentemente, debemos de tener en cuenta. Luxemburgo es un lugar pequeño y por tanto, aunque con un público fiel y entusiasta, la manera de atraer al público, o los márgenes de experimentación en la programación serán  diferentes a los de una gran ciudad americana, lo cual ofrece ciertas ventajas y otros retos.

– Aparte de envidiables economías ¿Qué tienen en común Luxemburgo y Toronto?

– ¡La multiculturalidad! Aunque con dimensiones bien contrastantes, en ambos casos hablamos de ciudades cuyos habitantes proceden de muchas diferentes culturas. En el caso de Toronto es espectacular… Aunque hablando de economía, las orquestas representan modelos contrarios de gestión: en Luxemburgo con gran apoyo estatal, mientras que en Toronto, al igual que el resto de orquestas norteamericanas, basan su presupuesto en aportaciones privadas.

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Gustavo Gimeno

– El pasado mes de mayo el Palau de les Arts de Valencia contactó con usted para proyectos de futuro. Supongo que su doble titularidad cerrará la posibilidad de que asuma en un futuro cercano la dirección musical de la ópera valenciana, donde ya dirigió la Norma de Bellini en marzo de 2015.

-En efecto estuvimos en contacto, lo cual no significa automáticamente que me hayan ofrecido la dirección musical. En cualquier caso, volveré con placer a Les Arts a finales de temporada para dirigir la Novena sinfonía de Mahler.

– Por otra parte, el podio de la Orquesta de València no parece tener espacio para usted, pese al clamoroso triunfo que cosechó hace ahora exactamente cinco años, cuando la dirigió el 9 de septiembre de 2013 en el Palau de la Música con obras de Beethoven, Glazunov, Strauss y Stravinski. ¿No piensa volver a dirigirla?

-Agradezco a los responsables de la Orquesta de València que me hayan invitado a dirigirla, aunque en efecto, a día de hoy, y dicho lo dicho, está claro que mucho tiempo libre no me queda. También les agradezco que me hayan dado la posibilidad de actuar en el Palau de la Música esta temporada al frente de la Filarmónica de Luxemburgo, ya que el Palau es una sala que me gusta muchísimo  y en la que obviamente me hace ilusión actuar con regularidad y cuando se dé la oportunidad. Espero por tanto que siga siendo así en el futuro.

– Su carrera tiene otra asignatura pendiente: creo que jamás ha dirigido la Orquesta Nacional de España, que parece un podio obligado para cualquier gran director de orquesta español…

– Así es. Entiendo que parezca un podio obligado, aunque en mis inicios construí relaciones con otras orquestas, que inmediatamente mostraron interés en que trabajáramos juntos. Sé que tengo abiertas las puertas de la Orquesta Nacional, lo cual agradezco muchísimo, pero ambas partes ya sabemos que no será fácil encontrar tiempo.

– Tampoco ha dirigido aún ni en el Teatro Real ni en el Liceu de Barcelona. ¿No le interesa el universo complicado de la ópera? Sus tres grandes mentores –Claudio Abbado, Mariss Jansons y Bernard Haitink- han sido, como casi todas las mejores batutas de la historia, maestros tanto en el podio como en el foso…

– Me apasiona la ópera y es por esta razón que la dirijo con regularidad, y quiero que así continúe… aunque mayoritariamente haga repertorio sinfónico. De hecho montamos un titulo operístico en Luxemburgo cada temporada, y al inicio de 2019 haré Rigoletto en la Ópera de Zúrich. Y tengo acuerdos para dirigir en el Liceu y en el Real en el futuro.

– ¿Supone su titularidad en dos orquestas internacionales una puerta para los instrumentistas y cantantes españoles? Tanto Frühbeck de Burgos como López Cobos aprovecharon sus carreras para impulsar en el extranjero a los mejores artistas españoles…

– Supone una puerta para instrumentistas y cantantes de gran calidad musical, y obviamente, yo contentísimo si son españoles.

– En su repertorio llama poderosamente la ausencia casi total de la música española. Algo que le distingue del resto de intérpretes internacionales españoles, que en cierta medida han apoyado sus carreras en la música de Falla, Albéniz y algunos otros.

– Decidí hace años que lo más adecuado para mí, y sobre todo en el caso de debutar con orquestas fuera de nuestras fronteras, sería hacerlo con repertorio variado y no necesariamente español.

– Volvamos a Toronto, capital cuya orquesta sinfónica fue fundada en 1922, y ha sido titularizada por batutas tan relevantes como Walter Susskind, Seiji Ozawa, Karel Ančerl, Jukka-Pekka Saraste o su aún director, Andrew Davis, es decir, cuenta con una firme y muy variada tradición. ¿Qué espera aportar a su nueva orquesta, cuya titularidad se hará efectiva en la temporada 2020-2021?

– Es inevitable que cada persona aporte cosas características de su personalidad y de su carácter. Para mí ha sido importante estudiar la historia de la orquesta, el repertorio de mis predecesores, y desde ahí mirar hacia delante teniendo en cuenta el contexto histórico, los objetivos de la orquesta en una ciudad dinámica como Toronto, nuestra propia evolución conjunta y nuestros objetivos a nivel internacional.

– Ha pasado la mayor de su vida en el extranjero, y lleva décadas residiendo en Ámsterdam. ¿Se siente un director de orquesta español y valenciano?

– ¡Sin duda alguna! Aunque debo admitir, que inevitablemente, mi concepto de “casa” o pertenencia tiene varias capas, o es algo más amplio… o es en cualquier caso diferente al de otra gente que nace, crece y vive en una misma ciudad. De ahí que me sienta en “casa” en diferentes sitios y así me siento tratado. Aunque el lugar donde uno nace y tiene las primeras experiencias de vida te marca especialmente.

– ¿Su nombramiento en Toronto cierra las puertas definitivamente a una posible incorporación al Palau de les Arts en calidad de director musical, para reemplazar al cuestionado Roberto Abbado?

-Que yo sepa, el Palau de les Arts no ha hecho públicas sus intenciones de futuro, sea para renovar el contrato de su director musical o lo contrario. Y usted imaginará que en este momento yo no tengo puesta la mente en esta cuestión. La vida es larga, ya se verá… En cualquier caso, y  como decía anteriormente, el futuro inmediato se presenta activo…

– Finalmente, ayúdeme a cerrar esta entrevista y haga por una vez de periodista: ¿Qué pregunta se me ha quedado en el tintero?

– ¡¡¡Ni idea!!!

Publicada hoy en Diario Levante

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