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Los coletazos de Antonio Moral
Por Publicado el: 22/01/2011Categorías: Noticias y maldades

Más sobre el cumpleaños de Plácido Domingo

No pudo ir el Rey, pero sentado junto a la Reina estaba Plácido. Después de esta desaforada semana de homenajes, bien podría estar pensando lo de la ranchera «Yo sigo siendo el rey».

No hubo videos de los triunfos del artista en Madrid. Los dos videos emitidos han ido sólo por otro lado. El primero, un tanto kitsch, con un joven Domingo cantando desde la capota de un coche «Desde este apacible rincón de Madrid» en recorrido turístico por la ciudad y el segundo cantando a duo con su madre en lo casi único personal de la velada. De la Zarzuela, del Real como sala de conciertos, de la Ciudad Universitaria, el Calderón o tantos escenarios de éxito del tenor, nada de nada. La gala ha estado dirigida de forma personal y exclusiva por Gerard Mortier y, sabido es ya de todos, que a Mortier no le interesa la prehistoria musical madrileña, esto es, lo que aquí ha sucedido antes de que su presencia nos ilustrara. Postura absurda sobre la que habrá de reflexionar tarde o temprano. Quién había de estar y quién no también ha sido establecido por Mortier.

Josep Bros apenas ha cantado con Plácido “Luisa Fernanda”, prácticamente lo mismo que la no invitada María José Montiel. Se echaron en falta figuras como Waltraud Maier, Leo Nucci o Ruggero Raimondi, por no citar a José Carreras o Montserrat Caballé, pero sabido es que no bastaba con haber sido compañero o ser amigo de Plácido sino que, además de estar disponible y desar acudir, también había que estar a bien con el director de la gala. Nucci y él están enfrentados desde la época de Mortier en Hamburgo, cuando era ayudante de Rolf Liebermann. Desde hace muchos años también está interrumpida la relación con Raimondi. También se echó de menos a Helga Schmidt, quien tenía estreno en su teatro, y quien en su día quiso que la celebración tuviese lugar en Valencia. Antonio Moral convenció a Plácido de lo contrario.

Apartado especial merece Ainhoa Arteta, amiga de Plácido de finales de los setenta cuando ella, corista, le perseguía por Verona para conseguir una audición. era la primera vez que subia al escenario del nuevo Real y alguien del público así lo apuntó al gritar «¡Bienvenida!». Por motivos desconocidos no ha cantado aún una ópera en el teatro. Apostó muy fuerte con «Sola, perdida y abandonada» y venció con una impecable y emotiva interpretación. No puede seguir en el exilio.

No funcionaron los Strauss y Wagner iniciales porque no eran las piezas adecuadas y estaban mal emplazadas en el programa. La cosa se animó con el duo de «Pescadores de perlas» con Terfel y Groves, con la exhibición de poderío de Zajick en «O don fatale» y el siempre espectacular «Te Deum» de «Tosca» de Terfel, cerrando la primera parte. En la segunda, aparte de Arteta, destacó la formidable e íntima versión de Pape para el aria de Felipe II, la desenvoltura de Sonya Yoncheva con Lehar, la entrega de ana María Martínez en «La marcharena» y el buen canto y aún mejor intención vocal y escénica de Schrott en «Madamina, il catalogo e questo», que parecía dirigido a Plácido y que quizá a alguien de su entorno pudo no parecerle una gracia. Muchos, sin embargo, sonrieron por dentro.

Tan Dun demostró su ciencia en la conjugación comercial de pasado y futuro en la música.
¡Ay, Teresa! ¡Qué grande eres! Puso el broche de oro con unas palabras certeras -no todas verídicas- y llenas de humor y afecto. Cantó el «Happy birthday» all más puro estilo Marilyn Monroe, tal como ya hiciera hace un mes en la gala del 60 cumpleaños del agente Miguel Lerín, también en un teatro, con figuras de casi similar nivel pero con picnic incluido y cava. Plácido, emocionado hasta el llanto, se pasó en su parlato final.

El acto salió bien porque los invitados cantaron al máximo, pero de Mortier había que esperar un modelo de gala no tan trasnochado. Por lo demás, tanto homenaje ha pecado un poco de exceso, más propio de una retirada que de un simple cumpleaños. Tanto lo parecía que Domingo no pudo evitar referirse a ello.

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