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Por Publicado el: 19/11/2011Categorías: Crítica

OCNE: Francia, triple A

Temporada de la OCNE
Francia, tripe A
Obras de Poulenc y Fauré. Ofelia Sala, Gabriel Bermúdez. Orquesta y coro Nacionales de España. Josep Pons, director. Auditorio Nacional. Madrid, 18 de noviembre
El ciclo “Paris,1900” de la OCNE ha traído la última semana un programa tan infrecuente como precioso compuesto por dos autores y dos obras con muchas connotaciones, pero también con bastantes diferencias. De un lado tanto los “Stabat Mater” como los “Requiem” son obras religiosas, pero mientras que los primeros resultan casi contemplativos en la visión de la Virgen impotente ante la muerte de su hijo, los segundos suelen presentar una carácter de terror e incluso lucha ante la muerte, aunque el caso del de Fauré resulte algo distinto. Francis Poulenc (1899-1963) es un compositor al que la historia aún no ha prestado el reconocimiento debido. Prueba de ellos es que su “Stabat Mater”, obra bella y delicada, apenas es programado. Esta especie de gran motete a capela, como la definió el propio autor resaltando las partes en las que el coro canta sin acompañamiento alguno, presenta un gran equilibrio y un carácter polifónico con una marcada ausencia de sobremociones. Al parecer Poulenc, bastante religioso a pesar de su homosexualidad, detestaba el “Requiem” de Fauré, hombre mucho más dado a las licencias de la vida. Quizá por este temperamento no quiso un “Requiem” al uso, sino uno que incluso termina -“In paradisum”- con el ingreso en el cielo. Tal era su deseo de huir del dramatismo operístico de otros réquiem que excluyó el “Dies Irae” y hizo su centro el delicado “Pie Jesu”, que hace años saltó a las listas del pop más vendido.
Muchos recordamos el imborrable “Requiem” de Fauré que dirigió Celibidache en el Real con la misma ONE en 1978, cuyos colores no pudo igualar Pons, si bien ofreció una lectura medida y hasta inspirada. Gabriel Bermúdez, que desde su nuevo asentamiento en Madrid debería prodigarse más en nuestras salas, lució gusto y buen decir en sus dos intervenciones con una voz de barítono lírico que encaja muy bien con la partitura. Otro tanto cabe apuntar de Ofelia Sala, tanto en sus tres del “Stabat Mater” como en la única del “Requiem”. El Coro Nacional, que dirige Jesús Cabero, estuvo particularmente empastado y ajustado a dos obras en las que ante todo prima la delicadeza. Gonzalo Alonso

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