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“¡ESTÉBAN GARCÍA!”
GUINJOÁN, “CARTA BLANCA”
Por Publicado el: 11/03/2012Categorías: Crítica

«Roger de Flor» o el estrépito instrumental

Ópera en concierto
«Roger de Flor» o el estrépito instrumental
«Roger de Flor» de Chapí. J.Palacios, A.M.Sánchez, S.Palatchi, J.A.López, A.Vidal, A.Gómez, C.Sobrevela. Orquesta de Valencia y Cor de la Generalitat Valenciana. M.Gómez-Martínez, director. Palau de la Música. Valencia, 10 de marzo
¡Qué de peligros encierran las recuperaciones! De un lado parece obligado recuperar nuestro olvidado patrimonio musical para valorarlo y desempolvar de él cuanto merezca la pena, pero de otro no cabe duda que los esfuerzos que ello conlleva no llegan la mayoría de las veces a compensar. Por ello toda recuperación habría de pasar un severo análisis antes de emprenderse la impresión de ediciones orquestales. «Roger de Flor», estrenada en malas condiciones en el Teatro Real en 1878 con motivo de la boda entre Alfonso XII y Mercedes de Orleans, vivió solamente cuatro representaciones y pasó al olvido hasta el pasado año, cuando Valencia quiso ya rescatarla en el día de la Comunidad Valenciana, provocándose un conflicto con las alusiones a los catalanes y aragoneses del texto que acabó con su cancelación. Es obra de un aún inmaduro joven de 27 años compuesta como becario sobre un flojo libreto basado en una historia real acaecida en Bizancio a finales del siglo XIII. Sus dos horas presentan tres actos, de los que el primero es claramente el peor, con apenas un intento de aria para barítono, tan mal escrita vocalmente como el resto de la partitura, auténtico suplicio para los tres protagonistas principales sin apenas compensarles con posibilidad de lucimiento. Abundan las escenas corales y algunos pasajes instrumentales escritos con oficio pero con exagerado propósito de grandeza meyerbeeriana, que caen en la ininteligibilidad y en el estruendo. El segundo acto es el más acertado, con un intento de arranque de inspiración en el dúo entre soprano y barítono que se repetirá en el de soprano y tenor del tercero y en el concertante del segundo pero sin llegar nunca a cuajar. Ana María Sánchez, Juan Antonio López defendieron sus partes como pudieron, teniéndolo más fácil Stefano Palatchi. Gayarre se retiró en su día del estreno, sustituyéndole Tamberlick, lo que da idea de la dificultad de la parte del tenor. Javier Vidal logró salir más que airoso en el problemático reto. Bien el coro, pero Yaron Traub acaba de renovar contrato por cuatro años con la Orquesta de Valencia, lo que resulta poco comprensible dado el descenso de calidad que el conjunto ha experimentado en sus pasados cuatro años de titularidad. Miguel Ángel Gómez-Martínez logró que sonase afinada, empastada y cuadrada pero no pudo evitar apuntarse a lo que Peña y Goñi calificó como «estrépito instrumental» de la partitura. El Palau registró buena entrada y la obra fue recibida con largas ovaciones de un público muy allegado a los artistas. Se aplaude el esfuerzo del Palau de la Música, pero vuelvo a mi reflexión inicial. Tras las cuatro representaciones de 1878 y ésta de 2012 posiblemente no se vuelva a escuchar «Roger de Flor» y, la verdad, ni falta que hace. Seamos claros. Gonzalo Alonso

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